viernes, 30 de octubre de 2009

¡El Sueño de Ayelén!

Al día siguiente, los niños se despertaron con el sonido de las caracolas, habían dormido en unas conchas gigantes cubiertas de algas y descansaron como marmotas, sobre todo Aye, que había estado soñando con que Héstar la llevaba de la mano nadando hasta un valle, en el que había un surtidor de burbujas como el del jardín, pero mucho mayor y se pusieron a bailar sobre el, e iban girando y elevándose de tal manera, que al cabo de un rato llegaron a la superficie del mar y como el chorro de burbujas flotaba en el aire, siguieron subiendo, hasta llegar a las nubes.

Las burbujas, al salir del agua se expandían haciéndose mas grandes de tal modo que ellos se elevaron cada uno dentro de una burbuja y siguieron subiendo y subiendo, al principio Ayelen estaba maravillada por el paisaje y por poder volar por primera vez, pero luego, en la medida en que su burbuja se iba separando de la de Héstar, comenzó a tener miedo, sobre todo se dio cuenta de que la burbuja al hacerse mas grande se había hecho también mas delgada y podía reventar.

Estaba buscando la burbuja de Héstar, pero se había quedado mas abajo y mas lejos de ella de tal forma que ya no podía distinguirla entre las demás.

Entonces escucho el ulular de las caracolas, la burbuja explotó y ella empezó a caer y caer, chocando con las burbujas que subían y que reventaban con el impacto, amortiguando a la vez su descenso, de tal forma, que a medida en que bajaba, como el número de burbujas aumentaba, cada vez caía mas despacio y pronto aprendió a saltar de un a otra como si bajase por una escalera hecha con globos de colores.

Hasta que de repente todos los globos explotaron a la vez y ella se despertó sobre su lecho algas, sin creer que todo había sido un sueño.

CONTINUARÁ

domingo, 9 de agosto de 2009

El Banquete y La Danza del Mar Capítulo V

Los niños, después de lavarse y vestirse con las túnicas doradas, acompañaron a 4 Héstar al gran salón, donde ya les esperaban los invitados, junto con Séral, el padre de Héstar.

Al llegar, les fueron presentando a todos los invitados. Entre ellos, había varios niños que parecían de la misma edad que Aye o Leo, pero luego se dieron cuenta de que en realidad a pesar de que su estatura era similar, solo tenían de 2, a 4 años de edad.

Todos se colocaron alrededor de de la mesa y aparecieron unos calamares portando una especie de bandejas que fueron colocando frente a los comensales.

Los niños al principio, tomaron los alimentos con cierta prevención, pero en cuanto Matu probó el pastel de cabracho con caviar, dijo:

- ¡Que riiiiiiico! Prueba Leo, prueba.
Leo comió un poco y mirando a Ayelen le dijo:
- Pues si que está bueno, lo que no me gustan son estas bolitas negras (el caviar).
- A ver, dijo Aye, comiendo un poco. ¡Um!, yo prefiero algas.
Entonces un calamar le trajo otra bandeja que contenía distintas variedades de algas, todas riquísimas y muy nutritivas.
- Pues a mi si que me gusta, está muy bueno, dijo Leo.
- Y a mi, dijo Matu con la boca llena, está de rechupete.

Cuando todos terminaron de cenar, los calamares retiraron las bandejas y una bandada de peces, se extendieron por toda la mesa limpiando los restos de comida que habían quedado.

Matu intento agarrar alguno sin conseguirlo, pues se le escurrían de las manos.

Hay algo importante en lo que quizás el lector no ha reparado y que hasta ahora no me acordé de explicar. ¿Cómo es posible que estando bajo el agua pudiesen hablar? Y ¿Como podían comunicarse con todos los animales marinos?

En realidad no hablaban, sino que se comunicaban con el pensamiento, por telepatía. Pero para que podamos entendernos, es preferible continuar el relato como si estuviesen hablando todos y en el mismo idioma.

Esta facultad de los tritones, sirenas y peces, de comunicarse telepáticamente, tenía grandes ventajas, pero para los niños, a los que la magia de Pierlín había preparado, también tenía algún que otro inconveniente.


- Mira que sirenita mas linda, le dijo Leo a Matu.
- “A mi me gusta mas Héstar” Pensó Ayelen, buscándolo con la mirada.

Aun no había terminado de pensar, cuando Héstar apareció nadando junto a ella y le dijo:

- Querías verme, linda Aye.
Ayelen se puso colorada como un tomate y no sabía que decir.
- Ho, hola, Héstar, le dijo al tritón.
- ¿Quereis dar un paseo por nuestro jardín?
- Bueno, musito Aye.
- Vamos pues, le dijo Héstar mientras le tendía su mano.

Aye le dio la suya y ambos salieron nadando por uno de los miradores del salón, seguidos de cerca por Leo y Matu.

- ¡Eh! Esperad, gritó Leo, que nosotros no somos tan rápidos.

Héstar les dijo entonces que se agarrasen todos de la otra mano y los llevó rápidamente hasta un lugar en el que había infinidad de plantas acuáticas de mil formas y colores, dispuestas como lo hubieran estado en un jardín del Eden.

El jardín estaba dispuesto en distintos niveles, con pasarelas de coral cuajadas de plantas acuáticas, por entre las que nadaban miles de peces de colores en bandadas, moviéndose como en una especie de valet acuático, iluminado por las medusas azules, que como antorchas flotaban entre dos aguas, a diferentes alturas, creando un conjunto de singular belleza.

De una de las colinas floridas de coral, brotaba en forma de cascada la leche purificadora de la que surgían burbujas de colores, que se extendían flotando por doquier, creando una imagen de belleza sin par.

Héstar y los niños contemplaban el espectáculo, viendo danzar a los peces junto con las burbujas, siguiendo como una sinfonía de formas y colores, que la iluminación de las medusas azules realzaba, dándole una fantasmal belleza.

Era como si todo se moviese al son de una música, como si el conjunto fuese un todo que se recrease en la belleza.

Entonces Héstar les dijo:

- Si os dejáis llevar por la melodía del Mar, podréis integraros en la danza, escuchad con el corazón y dejaos llevar por vuestros sentimientos.
Entonces, Ayelen, Leo y Matu, como en un trance, comenzaron a deslizarse junto a los peces integrándose en aquel valet, pero de tal forma que cada uno de ellos lo hacía en función de su carácter.

Aye se movía suave, pero ágilmente como siguiendo una danza clásica, giraba entorno a las medusas azules y parecía precipitarse sobre ellas, para girar en un escorzo hacia arriba y atrás, moviéndose como lo haría una bailarina que pudiera danzar sobre el aire.

Leo, también se deslizaba dentro de la misma magia, pero con mayor fuerza, a veces parecía que iba a chocar, contra algo, cuando realizaba una finta que le apartaba con tal gracia, que parecía como si formase parte del todo.

Matu se movía como un torbellino, saltando de de roca en roca, persiguiendo a los peces pero sin llegar nunca a tocarlos.

Cada uno de los tres, parecía seguir su propia música, pero a la vez era como si fueran parte de una coreografía de conjunto que lo armonizaba todo.

Héstar contemplaba el espectáculo, cuando poco a poco fueron llegando su padre con los distintos invitados y uno a uno, todos fueron uniéndose a aquel maravilloso valet, en el que cada miembro parecía sentir una música que sonase para el y a la vez conjuntada con todas, permitiendo fluir una energía y belleza sin límites.

Así estuvieron todos bailando, sin noción del tiempo, ni el espacio, guiados solo por la belleza de la danza y su música interior, formando junto con todos los peces, medusas, corales y plantas acuáticas, un solo ser, al que solo podría definir como belleza y armonía en movimiento.

Y poco a poco, tal y como habían comenzado todos los participantes de aquel trance colectivo, fueron saliendo del “escenario”.

Los niños sintieron en su interior una sensación de plenitud y hermanamiento con todos los participantes, tritones, sirenas, peces, medusas, algas y coral. Era como si formaran parte de algo superior pero a la vez muy suyo, ¡El Mar!

CONTINUARA EN EL PROXIMO CAPITULO ¡EL SUEÑO DE AYELEN!

martes, 23 de junio de 2009

¡LA CASA DE HESTAR! Capítulo IV

Así, nuestros amiguitos y su guía pasaron el tiempo en “animada” charla mientras contemplaban el paisaje y pronto llegaron a un lugar, en el que había una especie de cueva formada por el coral: La entrada era muy grande y la carroza pudo pasar holgadamente por ella.
No había puerta y al otro lado pudieron ver una gran bóveda de coral, iluminada por grandes medusas azules, que se mantenían en lo alto de la cueva, a mas de 15 m.
La carroza se detuvo y todos bajaron. Los niños se quedaron maravillados por el espectáculo que ofrecía la bóveda. La luz de las medusas se reflejaba en el coral y como estas se movían suavemente, destellaba con mil tonalidades, dando un recital de color que cambiaba continuamente y resultaba fascinante.
Los niños exclamaron:
- ¡OHHHHHHHHHHHHHHHHH! Que bonito.
- ¿Os gusta nuestra casa? Pregunto Héstar.
- ¡Claroooo! Contestaron al unísono. Es preciosa.
- Bueno, gracias. Dijo Héstar, ahora pasad y os enseñaré el resto de las dependencias, vuestras habitaciones para esta noche y os presentaré a mi padre.

Héstar condujo a los niños, por un pasillo labrado en el coral, que tendría unos tres metros de ancho por otros tantos de alto, era semicircular. Allí la luz se filtraba por el techo que también era de coral, pero tenia como un calado y por los orificios se podía ver como había otro pasillo por el que se movían las medusas azules.
El techo resplandecía lo mismo que la bóveda de entrada, pero de forma mas tenue, pues las medusas estaban al otro lado, y la luz era indirecta.
Los niños no dejaban de lanzar exclamaciones de asombro.
Después de avanzar unos 15 ms., llegaron a una estancia también circular, con un diámetro de diez metros, cuyo techo situado a unos ocho metros, tenía la misma luminosidad del pasillo. Esta estancia tenía cinco comunicaciones mas (como siempre sin puerta) y en el centro había una especie de escalón circular de roca negra pulida de unos 5 metros de diámetro.
- Esta es la estancia donde recibimos a nuestros invitados, sería el equivalente a vuestro comedor, o salón, les dijo Héstar.
- Ahora si os parece, os enseñaré vuestras habitaciones para que podáis asearos y descansar un poco. En cuanto llegue mi padre, que regresa de Palacio, os avisaré para comer.
Héstar llevó a los niños a una habitación circular en cuyo centro había una especie de bañera redonda llena de un liquido que parecía leche pero que pese a ello no se mezclaba con el agua marina, de modo que debía ser otra cosa. Aquel baño lanzaba burbujas de colores que salían flotando en el agua y llegaban al techo hasta que reventaban.
Hestar les dijo.
- Podéis desnudaros y cambiaros de ropa, os hemos preparado unas túnicas hechas con hilo de alga dorada, espero que habremos acertado con las tallas, nosotros como veis no usamos ropa.
- Y, ¿vivís tu padre y tu solos en esta casa? Le preguntó Ayelén.
- Si, pero hoy vendrán algunos amigos para celebrar vuestra llegada y mañana nos acompañaran a palacio.
- Y que hay para cenar. Dijo Matu. ¿argas?
- Que son algas ¡boludo! Le dijo Leo. Siempre pensando en comer.
- Bueno, es que tengo hambre. Contestó Matu.

- Nosotros somos vegetarianos. Les dijo Hestar. Pero en atención a vuestras costumbres hemos preparado un plato especial: flan de cabracho con agar,agar y huevas de esturión, langostinos, cocidos, nécoras, percebes y todo acompañado con tortas de algas, jugo de frutos marinos y agua dulce.

- Ahora podéis usar el baño de leche de algas, es muy tonificante, y conserva la piel joven y tersa, además de curar cualquier herida.Les indicó Hestar.

Los niños miraron aquella pileta de agua blanca burbujeante con cierta aprensión, pero Ayelén que había tomado buena nota de lo que dijo Hestar sobre sus propiedades, primero metió un dedo, luego la mano, pero no se decidía, por lo que Hestar se zambulló en la pileta diciendo:
- Vamos, quitaos la ropa y haced como yo, veréis que es muy agradable.
- Pero nosotros no nos vamos bañar desnudos con Ayelen y contigo, dijo Leo y no hemos traído malla.

- ¡AH! Bueno disculpadme, dijo Hestar, olvidé vuestras costumbres. Podéis meteros vestidos, así de paso también la ropa quedará limpia. Este baño tiene unas bacterias que se alimentan de todos los residuos, de modo que sin necesidad de jabón, champú o suavizantes, lo deja todo limpio y suave.

Los chicos entonces, sin pensarlo mas, se metieron en la pileta y se pusieron a chapotear. Ayelén también se les unió y pronto estuvieron los tres jugando con las burbujas.

Matu de repente, se quedó quieto y callado y empezó a echar burbujas por boca.

- ¡Ay va! me la he tragado, ahora me limpiará también por dentro. Dijo Matu, poniendo cara de preocupación.

- Tranquilos, podéis tragarla sin miedo, no os hará daño, solo echareis algunas burbujas, y sí, os limpiará por dentro y curará cualquier infección que podáis tener. Dijo Hestar.

- Sabe bien, dijo Matu, parece jugo de banana blanco.

Aye y Leo, se miraron no muy convencidos y prefirieron continuar con sus juegos a probar. Eso de llenarse la tripa de bacterias, no les hacía mucha gracia. (Aunque el yogurt también tiene bacterias y lo tomaban a menudo en su casa).

Ayelen propuso jugar al “pilla pilla” nadando en la pileta, los tres intentando pillar a Héstar, pero pese a que la pileta era pequeña, la destreza del tritón en el agua hacía imposible que pudieran agarrarlo. Solo cuando era Aye la que estaba mas cerca, parecía que podía llegar a tocarlo, pero siempre se escurría, Hasta que en una de las veces Aye se le echo literalmente encima y el triton, la recibió en sus brazos.
- ¡Te pille! Dijo Aye y quedaron durante unos segundos, abrazados.
- ¿Tu crees? Le contesto Héstar con una sonrisa y una mirada llena de intención, mientras la mantenía abrazada sobre su pecho.
Ayelén se quedó mirando a los ojos del tritón como fascinada.
- ¡Hola, hola, hola! Ya veo que lo estáis pasando bien, dijo una voz, rompiendo el hechizo y haciendo que Aye se escurriese de los brazos de Hestar, poniéndose muy colorada.
- ¡Hola! Es mi padre! Dijo Héstar a los niños, se llama Seral. Ella es Ayelen, el rubio es Leo y este es Matu, el mas pequeño. Dijo Hestar haciendo las presentaciones.
- Lo se, Pierlín me los mostró ayer, al igual que a ti.

Seral era mas grande que Héstar, (unos dos metros) con sus mismos ojos rasgados, frente amplia y el pelo aun mas largo, aunque sonreía, sus facciones eran como mas serias, pero el parecido entre ambos era evidente.

- Bien, pronto llegarán los invitados, de modo que tendréis que dejar los “juegos” para otro momento, dijo Seral, poniendo una especial intención en la palabra “juegos” y mirando especialmente a Ayelen y a su hijo.

Séral se acercó a los niños y les saludo a la manera en que los tritones saludan a los niños, colocando la mano sobre sus cabezas y diciendo “os deseo felicidad”.

Como a la primera que saludó, fue a Aye, esta aun se azoró mas y bajo la cabeza apartando la mirada de los ojos de Seral.

Séral saludo a sus hermanitos, haciendo como que no se había dado cuenta, para no avergonzarla mas.

- Ahora iré a recibir a los invitados. Ocúpate de guiarlos hasta el salón cuando estén arreglados, dijo Seral dirigiéndose a su hijo y salió, no sin antes dedicar una mirada y una sonrisa a Ayelen.

En cuanto salió de la estancia, Matu se acercó a su hermano y le dijo al oído, con una sonrisa picarona:
- A Aye le gusta Héstar.
- ¡Calla! Que te va a oír, le dijo Leo, mientras le tapaba la boca con la mano.
- ¿Ocurre algo? Dijo Héstar.
- No, nada contestaron los dos juntos, mientras hacían esfuerzos para aguantar la risa.

Ayelén, cada vez mas colorada, se acercó a sus hermanos diciendole a Matú muy bajito:
- Como no te calles te arranco todos los pelos.

Craso error, entonces Matu, que se partía de risa, empezó con un estribillo:
- ¡A Aye le gusta Héstar!, ¡a Aye le gusta Héstar!, ¡a Aye le gusta Hestar! y salíó zumbando, con Aye persiguiendole por la pileta, hasta que Matu se protegió justamente detrás del Triton y Aye se dio la vuelta enfadada.

Hestar, la alcanzo y colocándole la mano en la cabeza le dijo sonriendo:
- Solo estamos jugando y luego se dirigió a los niños:
- ¡Vamos! A vestirnos para la cena.
- ¡Si, si! Eso, que tengo hambre, dijo Matu.

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Lo que los niños no sabían es que en el palacio de la Princesa Sirelia, el mago Pierlin, le mostraba la escena a través de un espejo mágico, a la Reina Valia y esta le preguntaba:
- ¿Qué edad tiene la niña? Pierlín.
- Los mismos que Héstar, Majestad, once años, pero los humanos físicamente son mas frágiles y aparentan menos, aunque la niña esta en plena adolescencia, es bastante precoz para su edad.
- En cambio Héstar, solo es un niño, al que le gusta jugar, pese a su apariencia, dijo la Reina. Deberás vigilar de cerca esta relación, para evitar que la niña sufra una decepción.
Pierlín el mago con un gesto, hizo desaparecer las imágenes del espejo y se retiró de los aposentos de la reina Valia.

Continuará en el proximo capítulo.

jueves, 11 de junio de 2009

¡Hestar, les cuenta la historia de Laka Y Lera! Capítulo III

Queridos lectores, en este capítulo, explicare someramente algunas de las peculiaridades que distinguen a los tritones (aparte de las mas evidentes, claro).
Los tritones, son seres asexuados, y cuando se casan con una sirena, la forma de procrear es que ambos sientan un gran amor y un gran deseo de fundirse en un solo ser, entonces ese deseo de ambos, se convierte en una semilla que germina en el vientre de la sirena, la cual pone un solo huevo en toda su vida, que tarda en años en salir de su vientre y luego tras meses de incubación, se rompe el cascarón y nace el tritón o la pequeña sirenita.

Durante este largo proceso, ambos progenitores sienten un gran placer y su amor se acrecienta, teniendo todos los días explosiones de placer mutuo, que los hacen estar unidos.

Hasta que nace la criatura y a partir de entonces se separan, si es sirena, la madre se va con ella para enseñarle la vida de las sirenas y si es tritón se va con el padre. Pero ya ninguno de los dos volverá a tener mas hijos. Por eso sirenas y tritones están condenados a desaparecer, lástima, porque son seres bondadosos, honrados y fieles amigos de sus amigos.

Pero también pueden enamorarse entre ellos, un tritón de otro tritón y una sirena de otra. En este caso, se aman, su amor les proporciona placer (pues no hay mayor placer que amar y ser amado) pero no pueden tener hijos y viven siempre juntos como si fueran un solo ser.

No se conoce ningún caso de un tritón o una sirena enamorados de un humano, que haya llegado a buen fin, solo el de una sirena que tuvo una hija (Sirelia) con alguien que no era un tritón, pero este “alguien” fue Neptuno el Dios del Mar, de modo que…, no se sabe si sería posible una unión entre tritón y humana…

Todo esto claro, Ayelen no lo sabía y solo pensó que Héstar le estaba “tirando los tejos” Así que se puso colorada y no supo que contestar.

Seguiremos con el cuento porque, si no se aburrirán incluso las ostras.

De la cámara del capitán, pasaron al pasillo de troneras y pudieron ver los cañones con las bolas apiladas al lado, y la santa bárbara, donde guardaban la pólvora y los mosquetes.

¿Se puede tocar esto? Preguntó Matu. Si esto si, pero solo tocar le contestó Héstar. Leo trató de levantar una bola, pero estaba pegada al piso con el mismo coral que la cubría.

Matu se montó en un cañón, gritando arre caballo, pero se rasguñó todo el culo, con el coral.

Por fin subieron todos a cubierta donde les esperaba el Kraken. Y entonces Hestar les propuso a los chicos subir hasta la cofa del mesana, donde se colocaba el grumete, que hacía de vigía. Leo y Matu se apuntaron enseguida y Ayelén, cuando Hestar se ofreció a subir con ella al tentaculo del Kraken y sujetarla, volvió a ponerse colorada y dijo que prefería verlos subir.

Los chicos se encaramaron rápidamente sobre el tentáculo y el kraken los fue elevando, esta vez mas rápido hasta llegar a lo mas alto, allí Hestar les ayudó a subir a la cofa, desde donde se divisaba un panorama inmenso, alumbrado por las medusas azules, que refulgían como estrellas.

Desde allí pudieron divisar un pico rocoso, con un castillo hecho de coral, donde según les contó Héstar, vivía la princesa Sirelia, con su madre la Reina Valia. Estaba muy lejos, pero Héstar les dijo que hoy dormirían en casa de su padre y al día siguiente cambiarían los caballitos de mar por unos delfines y en unas pocas horas llegarían al castillo.

Los niños estaban entusiasmados por todas aquellas experiencias, sobre todo la compañía del Kraken y las serpientes, les producía una extraña mezcla de miedo y euforia.

Pero estaban bastante cansados así que Héstar les indicó que subiesen a la carroza y mientras tanto les contaría la historia de Laka y Lera.

- ¿Pero y quien conducirá la carroza? Preguntó Aye.
- ¡Oh!, no te preocupes los caballitos se saben el camino.

Entonces Hestar se sentó con ellos y comenzó a contarles la historia de las serpientes.

Laka y Lera nacieron de un sueño tenebroso del Dios neptuno, por tanto nunca fueron pequeñas, ni tuvieron padres. Hace miles y miles de años cuando, la fantasía reinaba en todo el planeta, Neptuno, (según cuenta la leyenda) estaba dormido y en su sueño fue atacado por unos tiburones azules y cuando el creía que iba a ser devorado, aparecieron Laka y Lera, que en un santiamén acabaron con ellos. Cuando Neptuno vio aquellos monstruosos, pensó en su sueño que solo estaban disputándoles su presa a los tiburones, pero entonces las dos serpientes se agacharon rindiéndole pleitesía como Dios de los mares.

Neptuno con la agitación del sueño despertó y quiso ver de nuevo a quienes le habían salvado, por lo que al desearlo las creo tal y como ahora las veis.

Laka y Lera, se encontraron entonces de repente en un lugar desconocido con el único recuerdo en su mente, de haber salvado a Neptuno en su sueño, así pues sentían un vacío por dentro y su única voluntad era salvar a otros de cualquier peligro.

No concebían hacer daño a nadie, pues nada las amenazaba, cualquier otro animal marino huía despavorido solo con verlas. Esto les causaba a ellas gran tristeza, pues deseaban tener amigos.

Siempre estaban tratando de salvar a todos los peces, pero claro, aquí en el mar, el pez grande, se come al chico, por lo que Lera y Laka estaban siempre en conflicto con todos y todos las rehuían, incluso aquellos a los que acababan de salvar, escapaban nadando a toda velocidad.

Para todos los seres marinos, la presencia de Laka y Lera, suponía pasar hambre, pues no permitían que nadie atacase a nadie.

Neptuno, que todo lo ve, se dio pronto cuenta de que había cometido un error, creándolas pero no quiso hacerlas desaparecer (pese a las múltiples peticiones de todos los animales del mar) y decidió hacerlas entender que no debían entrometerse en la vida de los animales marinos, salvo en el caso de que Neptuno les indicase otra cosa.

Así Laka y Lera, pasaban su vida recorriendo los mares, sin enemigos, pero también sin amigos, pues nadie se atrevía, ni siquiera a acercarse y cuando llegaban a un sitio todos huían despavoridos, solo con verlas.

Seguían pues tristes y melancólicas, sin que esta vez Neptuno, les ayudara. Pero ocurrió que el entonces joven Neptuno, se enamoró de la bella sirena Vália y como fruto de ese amor nació Sirelia. Neptuno convirtió a Valia en la Reina de todas las sirenas y tritones, que es lo mismo que decir que también lo era de todas las criaturas del mar. Y se le ocurrió que para protegerlas de todo peligro y de paso para evitar que tritones y sirenas desapareciesen, encargaría a Laka y Lera la misión de defenderlos de cualquier peligro.

Ni que decir tiene, que las dos hermanas acogieron esta misión con alegría, pues además como la voluntad divina de Neptuno, se comunicaba de inmediato a todas las criaturas, ya no eran temidas y podían nadar sin sembrar el pánico a su paso.

¡Ah! Olvidaba decir, que Laka y Lera eran "vegetarianas", al igual que sirenas y tritones, solo comían algas y placton.

- Por lo tanto no debéis temerlas, porque se pondrán muy tristes y están aquí para protegeros, les dijo Héstar a los niños.

Bueno en realidad los únicos que escuchaban atentamente eran Aye y Leo, porque Matu, hacía un buen rato que se había quedado dormido como un tronco.

Había pasado bastante tiempo (eran alrededor de las doce de la mañana y se habían despertado a las siete) de modo que de repente, cuando los dos niños admiraban el paisaje por las ventanillas siguiendo las explicaciones de Héstar, Matu se despertó preguntando.

- ¿Oye y aquí cuando se come? Porque las tripas me hacen rumm, rumm.

Leo se volvió hacia el y le dijo al oído:

- Cuidado con lo que haces, no vayas a…, tu ya me entiendes y no seas maleducado, ya comerás cuando sea.

Entonces, Héstar le ofreció una caracola llena de unas cosas rojas, diciendo, esto es Dulce* un alga marina muy nutritiva, te matará el gusanillo mientras llegamos a casa. Matu, miro con cierta aprensión las algas, se llevó una a la boca, la chupo y dijo:

- ¡Ah! Pues esta muy rica la “arga”,

- Alga, le dijo Leo, no “arga”, ¿Me dejas probar?
- Bueno, pero solo una que me las ha dado a mi.
- Bueno…, dijo Leo metiéndose una en la boca, ¡Humm! No esta mal, ¿Tu quieres Aye?

- Pues…, sii, dijo Ayelen, como no muy convencida, pero probó una también y le gustó.

Entonces Héstar que les observaba, saco otras dos caracolas llenas de Dulce de la misma gaveta de donde había sacado la primera y les dijo:
- El alga Dulce o Dulse, Nosotros la comemos como aperitivo entre horas, es el alga más rica en hierro por lo que se recomienda en casos de anemia y para los niños. Cuenta con un elevado contenido en magnesio, potasio, yodo y fósforo. Es la que más proteínas tiene después del Nori. Basta con mantenerla unos minutos en remojo para poder añadirla a las ensaladas. Combina bien con cereales cocinados..(*).
Ayelén se interesó mucho por las algas, pues no le gustaba tener que matar animales para comer, así que le preguntó a Hestar, el cual le dio una conferencia sobre todas las algas comestibles, que no vamos a reproducir aquí, para no aburrir al personal, pero que podréis leer al final del cuento si os interesa.
Así, nuestros amiguitos y su guía pasaron el tiempo en “animada” charla mientras contemplaban el paisaje y pronto llegaron a un lugar, en el que había una especie de cueva formada por el coral: La entrada era muy grande y la carroza pudo pasar holgadamente por ella.

Pero esta historia forma parte del capítulo siguiente.

Continuará.

sábado, 23 de mayo de 2009

LOS SUEÑOS DEL MAR Capitulo II

Iban nuestros amiguitos tan ensimismados contemplando aquellas maravillas, que no se dieron cuenta de que tras ellos se arrastraba con movimientos sinuosos una serpiente marina, que parecía seguir a la carroza, pero con gran cuidado, como si no quisiera que su presencia fuese advertida.

Era una serpiente de mas de veinte metros de largo en cuya cola llevaba una especie de aguijón parecido al de un escorpión. Este aguijón siempre estaba levantado como preparado para el ataque. Pero esto no era lo único impresionante de su anatomía, pues tenía tres cabezas unidas al cuerpo central por tres cuellos de casi cuatro metros. Cada una de estas cabezas era distinta de las otras. La cabeza central estaba coronada por grandes espinas ponzoñosas, sus ojos podían moverse en todas las direcciones, de forma que siempre estaba alerta ante cualquier peligro, o mas bien, siempre podía acechar a sus presas, sin perder de vista el camino.

Su boca podía dilatarse al igual que su cuerpo y era capaz de tragarse un tiburón ballena o un cachalote, después de triturarlo entre sus anillos. Por eso sus dientes eran pequeños y en los de la segunda fila, la punta estaba dirigida hacia el interior de la boca, para impedir que la presa pudiera escurrirse hacia fuera.

Las dos cabezas de cada lado eran mas pequeñas que la central, pero poseían además de las espinas ponzoñosas, unas mandíbulas dotadas de dientes capaces de arrancar de un mordisco grandes trozos, a cualquier presa. Sus ojos eran también móviles y la diferencia entre ellas era que la derecha poseía una glándula en su nariz por la que podía lanzar un chorro de tinta de calamar, capaz de oscurecer el agua y facilitar así el poder acercarse a sus presas sin ser vista.

La cabeza de la izquierda disponía de unos orificios en su parte trasera por los que podía absorber el agua y lanzarla a gran presión en abanico hacia delante de tal forma que cuando la cabeza de la derecha lanzaba el chorro de tinta, la de la izquierda se encargaba de extenderlo con gran rapidez y por todas partes.

Las tres cabezas, se unían al cuerpo, que estaba cubierto al igual que sus cuellos por unas grandes escamas córneas que además de servirle de armadura, le facilitaban el movimiento, de forma que su velocidad pese a la corpulencia (el diámetro del cuerpo central era de casi cincuenta centímetros) pasaba de los 30 nudos* (mas de 50 km/hora).

Se trataba pues de un monstruo marino terrorífico, capaz de acabar con cualquier otro, era lo mas letal que la naturaleza había creado.

Los niños ajenos a la presencia de la serpiente, que les seguía sin que ellos se dieran cuenta, miraban fascinados todas las maravillas que el mundo marino presentaba ante sus ojos.

De pronto, tras salir de una especie de bosque de corales, anémonas, algas de mil formas y colores, entre las que flotaban reluciendo como antorchas hermosísimas medusas, azules, blancas y doradas, con miríadas de peces de todos los tamaños, moviéndose velozmente unos y nadando majestuosamente otros, como las mantas, rayas y los calamares gigantes, desembocaron en un gran valle rodeado de montañas rocosas cubiertas de coral, algas y…, ¡Oh maravilla!

- ¡Miraaaad! ¡Allí! , ¡Allí! A la derecha dijo Leo.
- ¡OOOOOOOOOOOOOOH! Exclamaron los tres al unísono.
- ¡Es un barco! Un barco pirata, dijo Leo. ¡Mirad! Se ven los cañones.

Entonces Leo llamó a Héstar el tritón que conducía la carroza y le pidió que
parase un momento para poder contemplar aquella maravilla.

El barco era sin duda un barco de vela y parecía haberse hundido sin apenas
sufrir daños, toda su estructura estaba recubierta por corales que o respetaban la
forma original de la nave o le habían dado una nueva forma, que recreaba la idílica
imagen de un barco pirata.


Sus tres mástiles parecían intactos, aunque eso si, recubiertos de coral. Era como si un artista mágico se hubiera entretenido en decorar aquel viejo bergantín de madera convirtiéndolo en una verdadera joya.

Estaba ligeramente escorado a babor con la proa levantada, como si aun navegara sobre las olas de un mar embravecido.

Por las troneras asomaban, en la banda de estribor, las bocas de 20 cañones. Parecía que el tiempo hubiera congelado al navío escarchado de coral, manteniéndolo, tal y como debió ser cuando el mar se lo trago. Solo faltaban sus velas, pero hasta tenía algas colgando de las vergas, que asemejaban jirones del velamen perdido. Los palos de la arboladura estaban casi intactos.

Héstar detuvo la carroza y ofreció a los niños acercarse mas para verlo mejor. Los niños accedieron alborozados y la carroza se acercó hasta estar a unos veinte o treinta metros del barco.

Entre tanto la serpiente, el terrible monstruo, les observaba oculto tras unas rocas enmascarada su imagen con los corales y algas marinas.

Allí sus tres cabezas, sus seis ojos no perdían detalle de lo que hacían los ocupantes de la carroza y además escrutaban todo el entrono como estudiando el terreno para el ataque.

Los niños preguntaron a Héstar, si podían bajar de la carroza y acercarse al navío.

Héstar, subió a lo alto del pescante y oteó todo el horizonte, quedándose mirando durante unos instantes el lugar donde la serpiente estaba escondida. Hubo un instante en que que pareció como si hubiera visto algo, pero enseguida sonrió y bajando de la carroza, animó a los niños a seguirle, no sin antes prevenirles de que tuvieran mucho cuidado de donde ponían los pies.

Entonces, Ayelen se dio cuenta de un hecho muy curioso, en aquel valle alrededor del barco, apenas había peces, se lo hizo notar a sus hermanos que con la emoción de ver aquella maravilla, no se habían dado cuenta.

- Bueno, dijo Héstar, aquí no hay peces porque, este barco es propiedad de un pulpo gigante, El Kraken que fue quien con sus enormes tentáculos lo hundió en el mar y lo mantiene aquí como su mas preciado trofeo. Pocos peces se aventuran a pasar por este valle, pues el pulpo tiene un apetito voraz y claro prefieren irse a los bosque de coral donde pueden refugiarse de los ataques de aquellos que son mas grandes que ellos y los grandes van al coral a buscar a los pequeños, con lo cual aquí, solo nadan los muy valientes, los ignorantes y aquellos especializados en limpiar el limo de los corales que cubren la estructura del navío. Por eso el pulpo tampoco esta, seguramente estará cazando en otro lugar.

- ¡Vaya! ¡Nos estás cargando!* dijo Leo, si hubiera peligro no nos hubieras dejado bajar de la carroza, nos quieres asustar, pero no nos creemos ese cuento .

- ¡No! No es eso, lo que ocurre es que sois invitados de Sirelia, y estáis protegidos en mi compañía, nada tenéis que temer.

- Vaale, si tu lo dices.., vamos al barco.
- Eso, eso, vamos al barco coreó Matu.
- Bien si no hay peligro podemos ir, dijo Aye, sin mucha convicción.
- ¡Vaaa! No te preocupes, dijo Leo mientras blandía su lanza de coral, si se acerca el pulpo, aquí estoy yo.
- Y yo le echaré un pedo y lo dejaré fulminado, dijo Matu.

Apenas había terminado de soltar aquella bravata, cuando una banda de peces de todos los tamaños pasaron por encima de ellos y fueron a refugiarse a los bosques de coral, donde la serpiente que ya se estaba acercando, les esperaba con las fauces abiertas.

Los niños solo tenían ojos para el barco y no se fijaron en la serpiente, pero de pronto tras el navío apareció una inmensa sombra, difícil de abarcar con la vista, a cuyo lado barco, carroza y niños, parecían de juguete. ¡El Kraken!.

Un enorme tentáculo se deslizaba hacia ellos saliendo desde la amura de babor, otro, por estribor, y luego pudieron ver, como se levantaba sobre otros seis mas, una enorme criatura que abrazaba el barco, como diciendo, ¡Esto es mío!.

Los niños, se quedaron en principio paralizados por el terror, pero luego Ayelén gritó:
- vayamos hacia el bosque de coral, deprisa.
Los tres se volvieron y entonces pudieron ver a la serpiente de tres cabeza erguida con las fauces abiertas.

Entre tanto, Héstar no parecía asustado y sonreía burlón. ¿Qué estaba ocurriendo? Pensó Leo, ¿Les había tendido una trampa? ¿Acabarían todos devorados por aquellos monstruos?

Eso lo sabremos en el próximo capitulo.

Los niños estaban sobrecogidos, aterrorizados, pero Leo en un alarde de valentía espoleada por el miedo, blandió su lanza y se dirigió hacia Héstar gritando:
- ¡Maldito traidor! Nosotros moriremos pero tu iras por delante.

Entonces Héstar, que hasta entonces solo sonreía, Rompido a reír, mientras esquivaba la embestida de Leo con gran facilidad, pues era un tritón y estaba en su elemento.

Luego les dijo:
- ¡Tranquilos! No temáis ¿No os he dicho que mientras estéis conmigo nadie os hará daño? Además esta es Lera y es nuestra escolta, nos viene protegiendo junto con su hermana Laka.
Dijo señalando primero a la serpiente y luego a otra igual, que había
aparecido por delante de la carroza.
- Laka nos ha despejado el camino y Lera nos cubría la retaguardia. Con ellas estaríamos seguros aunque el pulpo intentara atacarnos, pero no lo hará, sabe que sois invitados de Sirelia y aunque no le gusta que se acerquen a sus dominios, no os hará ningún daño.

Al contrario, os ayudará a subir al barco y os lo mostrará. Aquí solo corréis peligro si irritáis a algún cangrejo gigante, o algún otro pez poco evolucionado, como el tiburón y el pez piedra si lo pisáis, aunque ellas y yo estaremos siempre atentos para que no ocurra nada.
Lo mas que puede suceder es que os caigáis, por tropezar en las rocas o resbalar con el limo, pero tampoco os haréis mucho daño, no olvidéis que en el agua flotáis, por eso os aconsejo que siempre os mováis como yo, nadando, deslizándoos entre dos aguas.

Los niños, a los que el susto aun no se les había pasado del todo, le escuchaban mientras miraban de reojo al gran pulpo y a las serpientes, que se mantenían a prudente distancia y poco a poco fueron recuperando la confianza.

- E..,e…, entonces podemos subir al barco. Dijo Leo tartamudeando un poco.
-Si claro, le contestó Héstar y os pido disculpas por el susto, es que para mi tanto Lera y su hermana como el Kraken, no son enemigos, después os contaré su historia y lo entenderéis.

Los tres hermanos se miraron, miraron a las serpientes y al Kraken y vieron como uno de los tentáculos del pulpo se acercaba lentamente, siguiendo las señas que Léstar le hacía. Los niños no las tenían todas consigo y retrocedieron al ver la proximidad del enorme tentáculo, pero Héstar les dijo: No temáis subid al tentáculo y el Kraken os dejara encima de la cubierta del barco, mirad, haced como yo. Héstar se abrazo al tentáculo y Leo se decidió a acercarse se subió a horcajadas y llamó a sus hermanos. Vamos venid, que no pasa nada.

Aye y Matu, se acercaron poco a poco, Aye toco con un dedo una de las ventosas del pulpo y por fin se decidió a subir. Matu, cuando vio a sus dos hermanos, se subió también, justo detrás de Leo y se abrazó a el.

Entonces sintieron como lentamente se iban levantando del suelo y se deslizaban hacia el barco en suave ascenso. Cuando estuvieron situados encima de la cubierta, Héstar les ayudó a bajar. Y comenzó a enseñarles el barco pirata, porque en efecto se trataba de un barco pirata, que el Kraken había hundido hacía mas de 200 años. Imaginad niños, cual era la edad del Kraken.

La cubierta del buque parecía intacta, pero recubierta también por el coral. Héstar guió a los niños por todo el navío, enseñándoles el camarote del capitán, un portugués llamado Pedro Almeida, mas conocido por “Bigotes del diablo” pues según decía su leyenda, había apostado con el Satanas sus bigotes, en una partida de dados y cuando perdió, el diablo le dio a elegir entre su alma y sus bigotes y el eligió sus bigotes. (Pero esta es otra historia).

Allí pudieron ver el tesoro del pirata, un arcón de madera y hierro que como todo, estaba recubierto por aquel extraño coral, que tenía la particularidad de adaptarse a la superficie en la que estaba y al color de la misma, de forma que solo al mirar detenidamente se podía saber que se trataba de coral.

Cuando Héstar abrió el arcón, los niños pudieron ver muchas monedas de oro, collares de perlas, diamantes y esmeraldas, rubíes y zafiros, diademas, puñales con mango recamado de piedras preciosas y finas dagas florentinas, con cachas de marfil.

Matu, quiso meter la mano, pero Hestar le dijo:
- Todo esto es producto del saqueo y la muerte de muchos inocentes, ahora es del Kraken y no queremos que se enfade ¿Verdaaad? No, no, no, dijo Matu sacando la mano a toda prisa.

- ¿Y no podría probarme uno de esos collares y diademas? Luego lo dejo todo como esta. Dijo Ayelen.

- No, contestó Héstar todo esto está maldito por el sufrimiento de las victimas, incluso su contacto podría contaminaros. Podéis verlo, pero, mejor que no lo toquéis, a no ser que queráis soñar con Bigotes del Diablo todas las noches.

-¡OH no! Contestaron los tres.

- Este era un pirata aun mas perverso que los otros pues además de asaltar barcos, robar y matar a sus tripulantes, atacaba aldeas en África y llevaba a sus habitantes para venderlos como esclavos. Por eso Neptuno le castigó enviándole al Kraken.

Pero si tu quieres, yo te haré un collar de perlas grises y una diadema de coral, le dijo Héstar con una sonrisa seductora.

Héstar era un Tritón muy apuesto, con grandes ojos rasgados, de color verde y si no abría mucho la boca no se le notaban sus afilados dientes, capaces de arrancarte un brazo de un mordisco. Medía un metro setenta, desde la cabeza a la cola y tenía hombros anchos y brazos fuertes, sus manos ligeramente palmeadas tenían unos dedos terminados en unas uñas cónicas, cuya apariencia causaba mas respeto que deseos de ser acariciado por ellas.

Ayelen no obstante, se quedó azorada por el ofrecimiento, sin saber que contestar.

CONTINUARÁ EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO.

¡LOS SUEÑOS DEL MAR!

Los Sueños del Mar


Hoy Ayelen, linda niña,
te voy a contar un cuento.
Es una historia de amor,
entre las luces de alba
y el trino del ruiseñor.

Pues era se, que se era.
una hermosa primavera,
cuando la luz de tus ojos
ilumina un nuevo día.

En un bosque de corales
bajo las aguas tranquilas,
en los mares de “Ilusión”
vivía una sirenita
que soñaba ser princesa.

Y en una lejana tierra
al otro lado del mar
una princesa dormía
en palacio de cristal.

Y en su sueño acontecía,
que nadaba con delfines
y una concha nacarada,
le servía de dosel
a su camita dorada.

Así sucedió que un día,
de tanto, tanto, soñar,
no pudieron despertar,
y se fundieron sus vidas,
en una historia real.
Y este es el cuento mi niña,
que yo te voy a contar.

La princesita, que tenía 11 abriles, era linda y traviesa, tenía dos hermanos mas pequeños, uno de 8 años se llamaba Leo, y su rubio cabello ensortijado lucía tan fuerte como la melena del rey de la selva. Era un niño hermoso, alto para su edad, esbelto e inteligente y siempre dispuesto a ayudar a sus hermanos y a cuidar de ellos, pues era el “hombre de la casa". Mateo, “Matu” para todos, el mas pequeño, aunque solo tenía 5 añitos, era como un torbellino, despierto, inquieto, listo como ninguno.

La Reina Madre, estaba tan ocupada gobernando su Reino, que no podía dedicarles toda la atención que ella hubiera deseado, pero los quería tanto, que su amor les compensaba las carencias que tenían y los niños vivían felices.

Una noche de primavera, cuando los rayos del sol asomaban tímidamente en el horizonte marino (¡Ah! Olvidé contaros, que vivían en un castillo cerca del mar) un ruiseñor cantaba al nuevo día, los tres niños dormían placidamente y soñaban curiosamente, el mismo sueño, un sueño que se repetía noche, tras noche.

En este sueño un extraño ser, mitad fauno, mitad pez, se acercaba a ellos y les decía suavemente al oído:
Jamalaja! ¡Jamalaji! ¡Jalajuya!
¡Lo que soñáis ocurrirá!

Y entonces ¡Oh maravilla!

¡Oh maravilla de las maravillas! Cuando el "mago-fauno" Pierlín (porque se llamaba Pierlín este mago mitad fauno mitad pez) terminó de decir sus palabras mágicas…

Los niños comenzaron a despertarse por el sonido melodioso de una caracola tocada por un curioso calamar de color verde que llevaba una almeja a modo de sombrero.

El calamar, parecía ser un heraldo que anunciaba la llegada de alguien importante.

Al principio pensaron que seguían dormidos y no le dieron demasiada importancia, pero poco a poco, a medida que la caracola sonaba y que a su alrededor pasaban nadando, toda clase de peces, cangrejos, gambas, besugos, anguilas, empezaron a mirarse entre ellos y de repente Matu le dijo a Leo:

- Mira Leo, Ayelen está flotando sobre la cama tiene el pijama mojado y además echa burbujas por la nariz.
- Anda y tu también, Le contestó Leo. ¿Pues no ves que estamos soñando?
- ¿Soñando? Yo estoy despierto. Dijo Matu.
- Mira, mira lo ves, tengo los ojos abiertos.
- Bueno, lo que pasa es que soñamos, que estamos despiertos bajo el mar, yo ya lo había soñado antes. Le contestó Leo.
- Si, yo tambien. Dijo Matu. Pero mira e, e, esto es agua, (mientras movía la mano, intentando echarle agua a su hermano).
- Pues claro boludo, el mar es de agua, no va a ser de chocolate. Aunque ahora que lo pienso, yo en los otros sueños nunca había hablado contigo.
- Te digo que yo estoy despierto. ¡Mira, mira como echo globitos por la boca!
- Si claro despierto…, si estuvieras despierto te estarías ahogando y además debajo del agua no se puede respirar y menos hablar, así que estamos soñando.
- Bueno hacemos una prueba, yo me tiro un pedo y si no huele es que estamos soñando. Dijo Matu soltando una risotada. Ja, Ja, Ja, Ja.
- Vale. Dijo Leo. Aunque yo no me creo que no huelan tus pedos, ¡ni soñando!
Puruuuuut Plof y de la colita de Matu salieron disparadas un montón de burbujas que fueron a dar a una señora merluza, que en ese momento pasaba por allí.

- ¡Oh! Dijo la señora merluza. Que desvergüenza, que niño tan mal educado, y precisamente hoy que celebramos el cumpleaños de nuestra princesa la hija de Neptuno. ¡Humanos teníais que ser! ¡Que barbaridad!, Que olor tan asqueroso ¡Puaaaag! Vais a contaminar nuestras aguas.
- Pues usted huele a pescado y yo no he dicho nada señora pescada. Le dijo Matu muerto de risa.
- ¡Merluza!, yo soy una merluza de la estirpe mas selecta, nada de “pescada”. ¡Habrase visto!

Y doña merluza se alejo dando dos coletazos.

Leo, empezó a rascarse la cabeza, porque empezaba a verlo todo demasiado real para estar soñando, pero ¿Como iba hablar una merluza si no era un sueño?

En ese momento se despertó Ayelén y dijo:

- Ay vaaa! Si estoy bajo el agua y puedo respirar, o sea que lo que me dijo el mago se va ha cumplir.
- Pero no digas boludeces, ¡estamos soñando! Como vamos a respirar y hablar bajo el agua .
- ¡Que noooo! Ayer en el sueño, el mago me dijo que hoy era el cumpleaños de la princesa Sirelia y que estábamos invitados a su fiesta. Y hoy estamos los tres aquí, en Atlantida, el reino de las sirenas que sirven al Dios Neptuno.
- ¿Es que no lo ves? Mira a tu alrededor, si hasta puedo bailar en el agua.

Y entonces Ayelén se puso bailar, saltando sobre las conchas y los corales
y una banda de sardinas que pasaba por allí dijeron:

- Mirad, mirad, que bien baila, debe ser alguien que viene a actuar en la fiesta.

A Leo no le quedó mas remedio que aceptar la realidad, pero aun no se lo creía del todo. Matu que abría unos ojos como platos viendo todos aquellos peces nadando a su alrededor, empezó también a saltar y a intentar agarrar a las sardinas, que se le escapaban entre los dedos, y se reían de el, diciendo:

- No nos pillaras eres muy lento

Y Matu se enfadaba y trataba de agarrarlas, pero solo consiguió caerse de culo sobre lo que el creía que era una roca, pero que resulto ser un cangrejo de mar enorme, que le dio un pellizco en el culo diciendo:

- Mas respeto, cachorro humano, sino, aunque seas invitado de Sirelia…, le dijo mientras abría y cerraba sus pinzas delante de las narices de sus narices.
- Entonces Leo, salió en defensa de su hermano, diciéndole al cangrejo a la vez que blandía un largo y puntiagudo trozo de coral a modo de lanza:
- ¡Eh tu! No te atrevas a tocar a mi hermano o te las verás conmigo.
- ¡Bastaaa!, Terció pacificador un viejo mero que había presenciado la escena.
- Tu, cangrejo, no seas tan irascible y vosotros niños, comportaos bien si queréis llegar vivos a la fiesta.
- Disculpad a mis hermanos, es que todavía no se creen que puedan estar aquí y se sienten extraños, os pido perdón en su nombre. Les dijo Aye.
- Esta bien, está bien, contestó el cangrejo, pero debéis ir con mas cuidado.

En ese momento vieron como se acercaba una especie de carroza hecha de conchas marinas, tirada por mas de 50 caballitos de mar. De ella descendió el cochero, un hermoso tritón de cabellos verdes, y piel rojiza que haciendo una reverencia, les dijo a los niños:

- He venido por encargo de la Princesa Sirelia para llevaros a su fiesta, subid a la carroza y pronto llegaremos.
- ¿Habrá chupetinas y tortas de crema en la fiesta? Preguntó Matu.
- Y buñuelos rellenos de dulce de leche e higos escarchados y chocolate con churros y miles de pasteles, masitas, jugo de de naranja, todo lo que podáis imaginar. Les dijo el tritón.
- ¡Ah! Pues vamos pronto..Dijo Matu a sus hermanos, relamiéndose los labios de gusto, vamos antes de que se acabe.

Los tres hermanos subieron a la carroza y esta partió sin mas dilaciones. Los niños asomados a las ventanillas de la carroza, contemplaban el paisaje de coral florido de todas las tonalidades que lanzaba mil destellos y entre el que nadan toda clase de criaturas marinas, algunas de las cuales pese a su belleza, como las medusas azules, que brillaban como antorchas, eran letales, pues su piel urticante exudaba una toxina mortal.

Estrellas marinas, peces globo, tiburones, mantas, anguilas eléctricas, todo el fondo marino estaba repleto de criaturas de gran belleza, que los niños miraban asombrados.

CONTINUARÁ: