jueves, 11 de junio de 2009

¡Hestar, les cuenta la historia de Laka Y Lera! Capítulo III

Queridos lectores, en este capítulo, explicare someramente algunas de las peculiaridades que distinguen a los tritones (aparte de las mas evidentes, claro).
Los tritones, son seres asexuados, y cuando se casan con una sirena, la forma de procrear es que ambos sientan un gran amor y un gran deseo de fundirse en un solo ser, entonces ese deseo de ambos, se convierte en una semilla que germina en el vientre de la sirena, la cual pone un solo huevo en toda su vida, que tarda en años en salir de su vientre y luego tras meses de incubación, se rompe el cascarón y nace el tritón o la pequeña sirenita.

Durante este largo proceso, ambos progenitores sienten un gran placer y su amor se acrecienta, teniendo todos los días explosiones de placer mutuo, que los hacen estar unidos.

Hasta que nace la criatura y a partir de entonces se separan, si es sirena, la madre se va con ella para enseñarle la vida de las sirenas y si es tritón se va con el padre. Pero ya ninguno de los dos volverá a tener mas hijos. Por eso sirenas y tritones están condenados a desaparecer, lástima, porque son seres bondadosos, honrados y fieles amigos de sus amigos.

Pero también pueden enamorarse entre ellos, un tritón de otro tritón y una sirena de otra. En este caso, se aman, su amor les proporciona placer (pues no hay mayor placer que amar y ser amado) pero no pueden tener hijos y viven siempre juntos como si fueran un solo ser.

No se conoce ningún caso de un tritón o una sirena enamorados de un humano, que haya llegado a buen fin, solo el de una sirena que tuvo una hija (Sirelia) con alguien que no era un tritón, pero este “alguien” fue Neptuno el Dios del Mar, de modo que…, no se sabe si sería posible una unión entre tritón y humana…

Todo esto claro, Ayelen no lo sabía y solo pensó que Héstar le estaba “tirando los tejos” Así que se puso colorada y no supo que contestar.

Seguiremos con el cuento porque, si no se aburrirán incluso las ostras.

De la cámara del capitán, pasaron al pasillo de troneras y pudieron ver los cañones con las bolas apiladas al lado, y la santa bárbara, donde guardaban la pólvora y los mosquetes.

¿Se puede tocar esto? Preguntó Matu. Si esto si, pero solo tocar le contestó Héstar. Leo trató de levantar una bola, pero estaba pegada al piso con el mismo coral que la cubría.

Matu se montó en un cañón, gritando arre caballo, pero se rasguñó todo el culo, con el coral.

Por fin subieron todos a cubierta donde les esperaba el Kraken. Y entonces Hestar les propuso a los chicos subir hasta la cofa del mesana, donde se colocaba el grumete, que hacía de vigía. Leo y Matu se apuntaron enseguida y Ayelén, cuando Hestar se ofreció a subir con ella al tentaculo del Kraken y sujetarla, volvió a ponerse colorada y dijo que prefería verlos subir.

Los chicos se encaramaron rápidamente sobre el tentáculo y el kraken los fue elevando, esta vez mas rápido hasta llegar a lo mas alto, allí Hestar les ayudó a subir a la cofa, desde donde se divisaba un panorama inmenso, alumbrado por las medusas azules, que refulgían como estrellas.

Desde allí pudieron divisar un pico rocoso, con un castillo hecho de coral, donde según les contó Héstar, vivía la princesa Sirelia, con su madre la Reina Valia. Estaba muy lejos, pero Héstar les dijo que hoy dormirían en casa de su padre y al día siguiente cambiarían los caballitos de mar por unos delfines y en unas pocas horas llegarían al castillo.

Los niños estaban entusiasmados por todas aquellas experiencias, sobre todo la compañía del Kraken y las serpientes, les producía una extraña mezcla de miedo y euforia.

Pero estaban bastante cansados así que Héstar les indicó que subiesen a la carroza y mientras tanto les contaría la historia de Laka y Lera.

- ¿Pero y quien conducirá la carroza? Preguntó Aye.
- ¡Oh!, no te preocupes los caballitos se saben el camino.

Entonces Hestar se sentó con ellos y comenzó a contarles la historia de las serpientes.

Laka y Lera nacieron de un sueño tenebroso del Dios neptuno, por tanto nunca fueron pequeñas, ni tuvieron padres. Hace miles y miles de años cuando, la fantasía reinaba en todo el planeta, Neptuno, (según cuenta la leyenda) estaba dormido y en su sueño fue atacado por unos tiburones azules y cuando el creía que iba a ser devorado, aparecieron Laka y Lera, que en un santiamén acabaron con ellos. Cuando Neptuno vio aquellos monstruosos, pensó en su sueño que solo estaban disputándoles su presa a los tiburones, pero entonces las dos serpientes se agacharon rindiéndole pleitesía como Dios de los mares.

Neptuno con la agitación del sueño despertó y quiso ver de nuevo a quienes le habían salvado, por lo que al desearlo las creo tal y como ahora las veis.

Laka y Lera, se encontraron entonces de repente en un lugar desconocido con el único recuerdo en su mente, de haber salvado a Neptuno en su sueño, así pues sentían un vacío por dentro y su única voluntad era salvar a otros de cualquier peligro.

No concebían hacer daño a nadie, pues nada las amenazaba, cualquier otro animal marino huía despavorido solo con verlas. Esto les causaba a ellas gran tristeza, pues deseaban tener amigos.

Siempre estaban tratando de salvar a todos los peces, pero claro, aquí en el mar, el pez grande, se come al chico, por lo que Lera y Laka estaban siempre en conflicto con todos y todos las rehuían, incluso aquellos a los que acababan de salvar, escapaban nadando a toda velocidad.

Para todos los seres marinos, la presencia de Laka y Lera, suponía pasar hambre, pues no permitían que nadie atacase a nadie.

Neptuno, que todo lo ve, se dio pronto cuenta de que había cometido un error, creándolas pero no quiso hacerlas desaparecer (pese a las múltiples peticiones de todos los animales del mar) y decidió hacerlas entender que no debían entrometerse en la vida de los animales marinos, salvo en el caso de que Neptuno les indicase otra cosa.

Así Laka y Lera, pasaban su vida recorriendo los mares, sin enemigos, pero también sin amigos, pues nadie se atrevía, ni siquiera a acercarse y cuando llegaban a un sitio todos huían despavoridos, solo con verlas.

Seguían pues tristes y melancólicas, sin que esta vez Neptuno, les ayudara. Pero ocurrió que el entonces joven Neptuno, se enamoró de la bella sirena Vália y como fruto de ese amor nació Sirelia. Neptuno convirtió a Valia en la Reina de todas las sirenas y tritones, que es lo mismo que decir que también lo era de todas las criaturas del mar. Y se le ocurrió que para protegerlas de todo peligro y de paso para evitar que tritones y sirenas desapareciesen, encargaría a Laka y Lera la misión de defenderlos de cualquier peligro.

Ni que decir tiene, que las dos hermanas acogieron esta misión con alegría, pues además como la voluntad divina de Neptuno, se comunicaba de inmediato a todas las criaturas, ya no eran temidas y podían nadar sin sembrar el pánico a su paso.

¡Ah! Olvidaba decir, que Laka y Lera eran "vegetarianas", al igual que sirenas y tritones, solo comían algas y placton.

- Por lo tanto no debéis temerlas, porque se pondrán muy tristes y están aquí para protegeros, les dijo Héstar a los niños.

Bueno en realidad los únicos que escuchaban atentamente eran Aye y Leo, porque Matu, hacía un buen rato que se había quedado dormido como un tronco.

Había pasado bastante tiempo (eran alrededor de las doce de la mañana y se habían despertado a las siete) de modo que de repente, cuando los dos niños admiraban el paisaje por las ventanillas siguiendo las explicaciones de Héstar, Matu se despertó preguntando.

- ¿Oye y aquí cuando se come? Porque las tripas me hacen rumm, rumm.

Leo se volvió hacia el y le dijo al oído:

- Cuidado con lo que haces, no vayas a…, tu ya me entiendes y no seas maleducado, ya comerás cuando sea.

Entonces, Héstar le ofreció una caracola llena de unas cosas rojas, diciendo, esto es Dulce* un alga marina muy nutritiva, te matará el gusanillo mientras llegamos a casa. Matu, miro con cierta aprensión las algas, se llevó una a la boca, la chupo y dijo:

- ¡Ah! Pues esta muy rica la “arga”,

- Alga, le dijo Leo, no “arga”, ¿Me dejas probar?
- Bueno, pero solo una que me las ha dado a mi.
- Bueno…, dijo Leo metiéndose una en la boca, ¡Humm! No esta mal, ¿Tu quieres Aye?

- Pues…, sii, dijo Ayelen, como no muy convencida, pero probó una también y le gustó.

Entonces Héstar que les observaba, saco otras dos caracolas llenas de Dulce de la misma gaveta de donde había sacado la primera y les dijo:
- El alga Dulce o Dulse, Nosotros la comemos como aperitivo entre horas, es el alga más rica en hierro por lo que se recomienda en casos de anemia y para los niños. Cuenta con un elevado contenido en magnesio, potasio, yodo y fósforo. Es la que más proteínas tiene después del Nori. Basta con mantenerla unos minutos en remojo para poder añadirla a las ensaladas. Combina bien con cereales cocinados..(*).
Ayelén se interesó mucho por las algas, pues no le gustaba tener que matar animales para comer, así que le preguntó a Hestar, el cual le dio una conferencia sobre todas las algas comestibles, que no vamos a reproducir aquí, para no aburrir al personal, pero que podréis leer al final del cuento si os interesa.
Así, nuestros amiguitos y su guía pasaron el tiempo en “animada” charla mientras contemplaban el paisaje y pronto llegaron a un lugar, en el que había una especie de cueva formada por el coral: La entrada era muy grande y la carroza pudo pasar holgadamente por ella.

Pero esta historia forma parte del capítulo siguiente.

Continuará.

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