Al día siguiente, los niños se despertaron con el sonido de las caracolas, habían dormido en unas conchas gigantes cubiertas de algas y descansaron como marmotas, sobre todo Aye, que había estado soñando con que Héstar la llevaba de la mano nadando hasta un valle, en el que había un surtidor de burbujas como el del jardín, pero mucho mayor y se pusieron a bailar sobre el, e iban girando y elevándose de tal manera, que al cabo de un rato llegaron a la superficie del mar y como el chorro de burbujas flotaba en el aire, siguieron subiendo, hasta llegar a las nubes.
Las burbujas, al salir del agua se expandían haciéndose mas grandes de tal modo que ellos se elevaron cada uno dentro de una burbuja y siguieron subiendo y subiendo, al principio Ayelen estaba maravillada por el paisaje y por poder volar por primera vez, pero luego, en la medida en que su burbuja se iba separando de la de Héstar, comenzó a tener miedo, sobre todo se dio cuenta de que la burbuja al hacerse mas grande se había hecho también mas delgada y podía reventar.
Estaba buscando la burbuja de Héstar, pero se había quedado mas abajo y mas lejos de ella de tal forma que ya no podía distinguirla entre las demás.
Entonces escucho el ulular de las caracolas, la burbuja explotó y ella empezó a caer y caer, chocando con las burbujas que subían y que reventaban con el impacto, amortiguando a la vez su descenso, de tal forma, que a medida en que bajaba, como el número de burbujas aumentaba, cada vez caía mas despacio y pronto aprendió a saltar de un a otra como si bajase por una escalera hecha con globos de colores.
Hasta que de repente todos los globos explotaron a la vez y ella se despertó sobre su lecho algas, sin creer que todo había sido un sueño.
CONTINUARÁ
viernes, 30 de octubre de 2009
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