Así, nuestros amiguitos y su guía pasaron el tiempo en “animada” charla mientras contemplaban el paisaje y pronto llegaron a un lugar, en el que había una especie de cueva formada por el coral: La entrada era muy grande y la carroza pudo pasar holgadamente por ella.
No había puerta y al otro lado pudieron ver una gran bóveda de coral, iluminada por grandes medusas azules, que se mantenían en lo alto de la cueva, a mas de 15 m.
La carroza se detuvo y todos bajaron. Los niños se quedaron maravillados por el espectáculo que ofrecía la bóveda. La luz de las medusas se reflejaba en el coral y como estas se movían suavemente, destellaba con mil tonalidades, dando un recital de color que cambiaba continuamente y resultaba fascinante.
Los niños exclamaron:
- ¡OHHHHHHHHHHHHHHHHH! Que bonito.
- ¿Os gusta nuestra casa? Pregunto Héstar.
- ¡Claroooo! Contestaron al unísono. Es preciosa.
- Bueno, gracias. Dijo Héstar, ahora pasad y os enseñaré el resto de las dependencias, vuestras habitaciones para esta noche y os presentaré a mi padre.
Héstar condujo a los niños, por un pasillo labrado en el coral, que tendría unos tres metros de ancho por otros tantos de alto, era semicircular. Allí la luz se filtraba por el techo que también era de coral, pero tenia como un calado y por los orificios se podía ver como había otro pasillo por el que se movían las medusas azules.
El techo resplandecía lo mismo que la bóveda de entrada, pero de forma mas tenue, pues las medusas estaban al otro lado, y la luz era indirecta.
Los niños no dejaban de lanzar exclamaciones de asombro.
Después de avanzar unos 15 ms., llegaron a una estancia también circular, con un diámetro de diez metros, cuyo techo situado a unos ocho metros, tenía la misma luminosidad del pasillo. Esta estancia tenía cinco comunicaciones mas (como siempre sin puerta) y en el centro había una especie de escalón circular de roca negra pulida de unos 5 metros de diámetro.
- Esta es la estancia donde recibimos a nuestros invitados, sería el equivalente a vuestro comedor, o salón, les dijo Héstar.
- Ahora si os parece, os enseñaré vuestras habitaciones para que podáis asearos y descansar un poco. En cuanto llegue mi padre, que regresa de Palacio, os avisaré para comer.
Héstar llevó a los niños a una habitación circular en cuyo centro había una especie de bañera redonda llena de un liquido que parecía leche pero que pese a ello no se mezclaba con el agua marina, de modo que debía ser otra cosa. Aquel baño lanzaba burbujas de colores que salían flotando en el agua y llegaban al techo hasta que reventaban.
Hestar les dijo.
- Podéis desnudaros y cambiaros de ropa, os hemos preparado unas túnicas hechas con hilo de alga dorada, espero que habremos acertado con las tallas, nosotros como veis no usamos ropa.
- Y, ¿vivís tu padre y tu solos en esta casa? Le preguntó Ayelén.
- Si, pero hoy vendrán algunos amigos para celebrar vuestra llegada y mañana nos acompañaran a palacio.
- Y que hay para cenar. Dijo Matu. ¿argas?
- Que son algas ¡boludo! Le dijo Leo. Siempre pensando en comer.
- Bueno, es que tengo hambre. Contestó Matu.
- Nosotros somos vegetarianos. Les dijo Hestar. Pero en atención a vuestras costumbres hemos preparado un plato especial: flan de cabracho con agar,agar y huevas de esturión, langostinos, cocidos, nécoras, percebes y todo acompañado con tortas de algas, jugo de frutos marinos y agua dulce.
- Ahora podéis usar el baño de leche de algas, es muy tonificante, y conserva la piel joven y tersa, además de curar cualquier herida.Les indicó Hestar.
Los niños miraron aquella pileta de agua blanca burbujeante con cierta aprensión, pero Ayelén que había tomado buena nota de lo que dijo Hestar sobre sus propiedades, primero metió un dedo, luego la mano, pero no se decidía, por lo que Hestar se zambulló en la pileta diciendo:
- Vamos, quitaos la ropa y haced como yo, veréis que es muy agradable.
- Pero nosotros no nos vamos bañar desnudos con Ayelen y contigo, dijo Leo y no hemos traído malla.
- ¡AH! Bueno disculpadme, dijo Hestar, olvidé vuestras costumbres. Podéis meteros vestidos, así de paso también la ropa quedará limpia. Este baño tiene unas bacterias que se alimentan de todos los residuos, de modo que sin necesidad de jabón, champú o suavizantes, lo deja todo limpio y suave.
Los chicos entonces, sin pensarlo mas, se metieron en la pileta y se pusieron a chapotear. Ayelén también se les unió y pronto estuvieron los tres jugando con las burbujas.
Matu de repente, se quedó quieto y callado y empezó a echar burbujas por boca.
- ¡Ay va! me la he tragado, ahora me limpiará también por dentro. Dijo Matu, poniendo cara de preocupación.
- Tranquilos, podéis tragarla sin miedo, no os hará daño, solo echareis algunas burbujas, y sí, os limpiará por dentro y curará cualquier infección que podáis tener. Dijo Hestar.
- Sabe bien, dijo Matu, parece jugo de banana blanco.
Aye y Leo, se miraron no muy convencidos y prefirieron continuar con sus juegos a probar. Eso de llenarse la tripa de bacterias, no les hacía mucha gracia. (Aunque el yogurt también tiene bacterias y lo tomaban a menudo en su casa).
Ayelen propuso jugar al “pilla pilla” nadando en la pileta, los tres intentando pillar a Héstar, pero pese a que la pileta era pequeña, la destreza del tritón en el agua hacía imposible que pudieran agarrarlo. Solo cuando era Aye la que estaba mas cerca, parecía que podía llegar a tocarlo, pero siempre se escurría, Hasta que en una de las veces Aye se le echo literalmente encima y el triton, la recibió en sus brazos.
- ¡Te pille! Dijo Aye y quedaron durante unos segundos, abrazados.
- ¿Tu crees? Le contesto Héstar con una sonrisa y una mirada llena de intención, mientras la mantenía abrazada sobre su pecho.
Ayelén se quedó mirando a los ojos del tritón como fascinada.
- ¡Hola, hola, hola! Ya veo que lo estáis pasando bien, dijo una voz, rompiendo el hechizo y haciendo que Aye se escurriese de los brazos de Hestar, poniéndose muy colorada.
- ¡Hola! Es mi padre! Dijo Héstar a los niños, se llama Seral. Ella es Ayelen, el rubio es Leo y este es Matu, el mas pequeño. Dijo Hestar haciendo las presentaciones.
- Lo se, Pierlín me los mostró ayer, al igual que a ti.
Seral era mas grande que Héstar, (unos dos metros) con sus mismos ojos rasgados, frente amplia y el pelo aun mas largo, aunque sonreía, sus facciones eran como mas serias, pero el parecido entre ambos era evidente.
- Bien, pronto llegarán los invitados, de modo que tendréis que dejar los “juegos” para otro momento, dijo Seral, poniendo una especial intención en la palabra “juegos” y mirando especialmente a Ayelen y a su hijo.
Séral se acercó a los niños y les saludo a la manera en que los tritones saludan a los niños, colocando la mano sobre sus cabezas y diciendo “os deseo felicidad”.
Como a la primera que saludó, fue a Aye, esta aun se azoró mas y bajo la cabeza apartando la mirada de los ojos de Seral.
Séral saludo a sus hermanitos, haciendo como que no se había dado cuenta, para no avergonzarla mas.
- Ahora iré a recibir a los invitados. Ocúpate de guiarlos hasta el salón cuando estén arreglados, dijo Seral dirigiéndose a su hijo y salió, no sin antes dedicar una mirada y una sonrisa a Ayelen.
En cuanto salió de la estancia, Matu se acercó a su hermano y le dijo al oído, con una sonrisa picarona:
- A Aye le gusta Héstar.
- ¡Calla! Que te va a oír, le dijo Leo, mientras le tapaba la boca con la mano.
- ¿Ocurre algo? Dijo Héstar.
- No, nada contestaron los dos juntos, mientras hacían esfuerzos para aguantar la risa.
Ayelén, cada vez mas colorada, se acercó a sus hermanos diciendole a Matú muy bajito:
- Como no te calles te arranco todos los pelos.
Craso error, entonces Matu, que se partía de risa, empezó con un estribillo:
- ¡A Aye le gusta Héstar!, ¡a Aye le gusta Héstar!, ¡a Aye le gusta Hestar! y salíó zumbando, con Aye persiguiendole por la pileta, hasta que Matu se protegió justamente detrás del Triton y Aye se dio la vuelta enfadada.
Hestar, la alcanzo y colocándole la mano en la cabeza le dijo sonriendo:
- Solo estamos jugando y luego se dirigió a los niños:
- ¡Vamos! A vestirnos para la cena.
- ¡Si, si! Eso, que tengo hambre, dijo Matu.
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Lo que los niños no sabían es que en el palacio de la Princesa Sirelia, el mago Pierlin, le mostraba la escena a través de un espejo mágico, a la Reina Valia y esta le preguntaba:
- ¿Qué edad tiene la niña? Pierlín.
- Los mismos que Héstar, Majestad, once años, pero los humanos físicamente son mas frágiles y aparentan menos, aunque la niña esta en plena adolescencia, es bastante precoz para su edad.
- En cambio Héstar, solo es un niño, al que le gusta jugar, pese a su apariencia, dijo la Reina. Deberás vigilar de cerca esta relación, para evitar que la niña sufra una decepción.
Pierlín el mago con un gesto, hizo desaparecer las imágenes del espejo y se retiró de los aposentos de la reina Valia.
Continuará en el proximo capítulo.