Iban nuestros amiguitos tan ensimismados contemplando aquellas maravillas, que no se dieron cuenta de que tras ellos se arrastraba con movimientos sinuosos una serpiente marina, que parecía seguir a la carroza, pero con gran cuidado, como si no quisiera que su presencia fuese advertida.
Era una serpiente de mas de veinte metros de largo en cuya cola llevaba una especie de aguijón parecido al de un escorpión. Este aguijón siempre estaba levantado como preparado para el ataque. Pero esto no era lo único impresionante de su anatomía, pues tenía tres cabezas unidas al cuerpo central por tres cuellos de casi cuatro metros. Cada una de estas cabezas era distinta de las otras. La cabeza central estaba coronada por grandes espinas ponzoñosas, sus ojos podían moverse en todas las direcciones, de forma que siempre estaba alerta ante cualquier peligro, o mas bien, siempre podía acechar a sus presas, sin perder de vista el camino.
Su boca podía dilatarse al igual que su cuerpo y era capaz de tragarse un tiburón ballena o un cachalote, después de triturarlo entre sus anillos. Por eso sus dientes eran pequeños y en los de la segunda fila, la punta estaba dirigida hacia el interior de la boca, para impedir que la presa pudiera escurrirse hacia fuera.
Las dos cabezas de cada lado eran mas pequeñas que la central, pero poseían además de las espinas ponzoñosas, unas mandíbulas dotadas de dientes capaces de arrancar de un mordisco grandes trozos, a cualquier presa. Sus ojos eran también móviles y la diferencia entre ellas era que la derecha poseía una glándula en su nariz por la que podía lanzar un chorro de tinta de calamar, capaz de oscurecer el agua y facilitar así el poder acercarse a sus presas sin ser vista.
La cabeza de la izquierda disponía de unos orificios en su parte trasera por los que podía absorber el agua y lanzarla a gran presión en abanico hacia delante de tal forma que cuando la cabeza de la derecha lanzaba el chorro de tinta, la de la izquierda se encargaba de extenderlo con gran rapidez y por todas partes.
Las tres cabezas, se unían al cuerpo, que estaba cubierto al igual que sus cuellos por unas grandes escamas córneas que además de servirle de armadura, le facilitaban el movimiento, de forma que su velocidad pese a la corpulencia (el diámetro del cuerpo central era de casi cincuenta centímetros) pasaba de los 30 nudos* (mas de 50 km/hora).
Se trataba pues de un monstruo marino terrorífico, capaz de acabar con cualquier otro, era lo mas letal que la naturaleza había creado.
Los niños ajenos a la presencia de la serpiente, que les seguía sin que ellos se dieran cuenta, miraban fascinados todas las maravillas que el mundo marino presentaba ante sus ojos.
De pronto, tras salir de una especie de bosque de corales, anémonas, algas de mil formas y colores, entre las que flotaban reluciendo como antorchas hermosísimas medusas, azules, blancas y doradas, con miríadas de peces de todos los tamaños, moviéndose velozmente unos y nadando majestuosamente otros, como las mantas, rayas y los calamares gigantes, desembocaron en un gran valle rodeado de montañas rocosas cubiertas de coral, algas y…, ¡Oh maravilla!
- ¡Miraaaad! ¡Allí! , ¡Allí! A la derecha dijo Leo.
- ¡OOOOOOOOOOOOOOH! Exclamaron los tres al unísono.
- ¡Es un barco! Un barco pirata, dijo Leo. ¡Mirad! Se ven los cañones.
Entonces Leo llamó a Héstar el tritón que conducía la carroza y le pidió que
parase un momento para poder contemplar aquella maravilla.
El barco era sin duda un barco de vela y parecía haberse hundido sin apenas
sufrir daños, toda su estructura estaba recubierta por corales que o respetaban la
forma original de la nave o le habían dado una nueva forma, que recreaba la idílica
imagen de un barco pirata.
Sus tres mástiles parecían intactos, aunque eso si, recubiertos de coral. Era como si un artista mágico se hubiera entretenido en decorar aquel viejo bergantín de madera convirtiéndolo en una verdadera joya.
Estaba ligeramente escorado a babor con la proa levantada, como si aun navegara sobre las olas de un mar embravecido.
Por las troneras asomaban, en la banda de estribor, las bocas de 20 cañones. Parecía que el tiempo hubiera congelado al navío escarchado de coral, manteniéndolo, tal y como debió ser cuando el mar se lo trago. Solo faltaban sus velas, pero hasta tenía algas colgando de las vergas, que asemejaban jirones del velamen perdido. Los palos de la arboladura estaban casi intactos.
Héstar detuvo la carroza y ofreció a los niños acercarse mas para verlo mejor. Los niños accedieron alborozados y la carroza se acercó hasta estar a unos veinte o treinta metros del barco.
Entre tanto la serpiente, el terrible monstruo, les observaba oculto tras unas rocas enmascarada su imagen con los corales y algas marinas.
Allí sus tres cabezas, sus seis ojos no perdían detalle de lo que hacían los ocupantes de la carroza y además escrutaban todo el entrono como estudiando el terreno para el ataque.
Los niños preguntaron a Héstar, si podían bajar de la carroza y acercarse al navío.
Héstar, subió a lo alto del pescante y oteó todo el horizonte, quedándose mirando durante unos instantes el lugar donde la serpiente estaba escondida. Hubo un instante en que que pareció como si hubiera visto algo, pero enseguida sonrió y bajando de la carroza, animó a los niños a seguirle, no sin antes prevenirles de que tuvieran mucho cuidado de donde ponían los pies.
Entonces, Ayelen se dio cuenta de un hecho muy curioso, en aquel valle alrededor del barco, apenas había peces, se lo hizo notar a sus hermanos que con la emoción de ver aquella maravilla, no se habían dado cuenta.
- Bueno, dijo Héstar, aquí no hay peces porque, este barco es propiedad de un pulpo gigante, El Kraken que fue quien con sus enormes tentáculos lo hundió en el mar y lo mantiene aquí como su mas preciado trofeo. Pocos peces se aventuran a pasar por este valle, pues el pulpo tiene un apetito voraz y claro prefieren irse a los bosque de coral donde pueden refugiarse de los ataques de aquellos que son mas grandes que ellos y los grandes van al coral a buscar a los pequeños, con lo cual aquí, solo nadan los muy valientes, los ignorantes y aquellos especializados en limpiar el limo de los corales que cubren la estructura del navío. Por eso el pulpo tampoco esta, seguramente estará cazando en otro lugar.
- ¡Vaya! ¡Nos estás cargando!* dijo Leo, si hubiera peligro no nos hubieras dejado bajar de la carroza, nos quieres asustar, pero no nos creemos ese cuento .
- ¡No! No es eso, lo que ocurre es que sois invitados de Sirelia, y estáis protegidos en mi compañía, nada tenéis que temer.
- Vaale, si tu lo dices.., vamos al barco.
- Eso, eso, vamos al barco coreó Matu.
- Bien si no hay peligro podemos ir, dijo Aye, sin mucha convicción.
- ¡Vaaa! No te preocupes, dijo Leo mientras blandía su lanza de coral, si se acerca el pulpo, aquí estoy yo.
- Y yo le echaré un pedo y lo dejaré fulminado, dijo Matu.
Apenas había terminado de soltar aquella bravata, cuando una banda de peces de todos los tamaños pasaron por encima de ellos y fueron a refugiarse a los bosques de coral, donde la serpiente que ya se estaba acercando, les esperaba con las fauces abiertas.
Los niños solo tenían ojos para el barco y no se fijaron en la serpiente, pero de pronto tras el navío apareció una inmensa sombra, difícil de abarcar con la vista, a cuyo lado barco, carroza y niños, parecían de juguete. ¡El Kraken!.
Un enorme tentáculo se deslizaba hacia ellos saliendo desde la amura de babor, otro, por estribor, y luego pudieron ver, como se levantaba sobre otros seis mas, una enorme criatura que abrazaba el barco, como diciendo, ¡Esto es mío!.
Los niños, se quedaron en principio paralizados por el terror, pero luego Ayelén gritó:
- vayamos hacia el bosque de coral, deprisa.
Los tres se volvieron y entonces pudieron ver a la serpiente de tres cabeza erguida con las fauces abiertas.
Entre tanto, Héstar no parecía asustado y sonreía burlón. ¿Qué estaba ocurriendo? Pensó Leo, ¿Les había tendido una trampa? ¿Acabarían todos devorados por aquellos monstruos?
Eso lo sabremos en el próximo capitulo.
Los niños estaban sobrecogidos, aterrorizados, pero Leo en un alarde de valentía espoleada por el miedo, blandió su lanza y se dirigió hacia Héstar gritando:
- ¡Maldito traidor! Nosotros moriremos pero tu iras por delante.
Entonces Héstar, que hasta entonces solo sonreía, Rompido a reír, mientras esquivaba la embestida de Leo con gran facilidad, pues era un tritón y estaba en su elemento.
Luego les dijo:
- ¡Tranquilos! No temáis ¿No os he dicho que mientras estéis conmigo nadie os hará daño? Además esta es Lera y es nuestra escolta, nos viene protegiendo junto con su hermana Laka.
Dijo señalando primero a la serpiente y luego a otra igual, que había
aparecido por delante de la carroza.
- Laka nos ha despejado el camino y Lera nos cubría la retaguardia. Con ellas estaríamos seguros aunque el pulpo intentara atacarnos, pero no lo hará, sabe que sois invitados de Sirelia y aunque no le gusta que se acerquen a sus dominios, no os hará ningún daño.
Al contrario, os ayudará a subir al barco y os lo mostrará. Aquí solo corréis peligro si irritáis a algún cangrejo gigante, o algún otro pez poco evolucionado, como el tiburón y el pez piedra si lo pisáis, aunque ellas y yo estaremos siempre atentos para que no ocurra nada.
Lo mas que puede suceder es que os caigáis, por tropezar en las rocas o resbalar con el limo, pero tampoco os haréis mucho daño, no olvidéis que en el agua flotáis, por eso os aconsejo que siempre os mováis como yo, nadando, deslizándoos entre dos aguas.
Los niños, a los que el susto aun no se les había pasado del todo, le escuchaban mientras miraban de reojo al gran pulpo y a las serpientes, que se mantenían a prudente distancia y poco a poco fueron recuperando la confianza.
- E..,e…, entonces podemos subir al barco. Dijo Leo tartamudeando un poco.
-Si claro, le contestó Héstar y os pido disculpas por el susto, es que para mi tanto Lera y su hermana como el Kraken, no son enemigos, después os contaré su historia y lo entenderéis.
Los tres hermanos se miraron, miraron a las serpientes y al Kraken y vieron como uno de los tentáculos del pulpo se acercaba lentamente, siguiendo las señas que Léstar le hacía. Los niños no las tenían todas consigo y retrocedieron al ver la proximidad del enorme tentáculo, pero Héstar les dijo: No temáis subid al tentáculo y el Kraken os dejara encima de la cubierta del barco, mirad, haced como yo. Héstar se abrazo al tentáculo y Leo se decidió a acercarse se subió a horcajadas y llamó a sus hermanos. Vamos venid, que no pasa nada.
Aye y Matu, se acercaron poco a poco, Aye toco con un dedo una de las ventosas del pulpo y por fin se decidió a subir. Matu, cuando vio a sus dos hermanos, se subió también, justo detrás de Leo y se abrazó a el.
Entonces sintieron como lentamente se iban levantando del suelo y se deslizaban hacia el barco en suave ascenso. Cuando estuvieron situados encima de la cubierta, Héstar les ayudó a bajar. Y comenzó a enseñarles el barco pirata, porque en efecto se trataba de un barco pirata, que el Kraken había hundido hacía mas de 200 años. Imaginad niños, cual era la edad del Kraken.
La cubierta del buque parecía intacta, pero recubierta también por el coral. Héstar guió a los niños por todo el navío, enseñándoles el camarote del capitán, un portugués llamado Pedro Almeida, mas conocido por “Bigotes del diablo” pues según decía su leyenda, había apostado con el Satanas sus bigotes, en una partida de dados y cuando perdió, el diablo le dio a elegir entre su alma y sus bigotes y el eligió sus bigotes. (Pero esta es otra historia).
Allí pudieron ver el tesoro del pirata, un arcón de madera y hierro que como todo, estaba recubierto por aquel extraño coral, que tenía la particularidad de adaptarse a la superficie en la que estaba y al color de la misma, de forma que solo al mirar detenidamente se podía saber que se trataba de coral.
Cuando Héstar abrió el arcón, los niños pudieron ver muchas monedas de oro, collares de perlas, diamantes y esmeraldas, rubíes y zafiros, diademas, puñales con mango recamado de piedras preciosas y finas dagas florentinas, con cachas de marfil.
Matu, quiso meter la mano, pero Hestar le dijo:
- Todo esto es producto del saqueo y la muerte de muchos inocentes, ahora es del Kraken y no queremos que se enfade ¿Verdaaad? No, no, no, dijo Matu sacando la mano a toda prisa.
- ¿Y no podría probarme uno de esos collares y diademas? Luego lo dejo todo como esta. Dijo Ayelen.
- No, contestó Héstar todo esto está maldito por el sufrimiento de las victimas, incluso su contacto podría contaminaros. Podéis verlo, pero, mejor que no lo toquéis, a no ser que queráis soñar con Bigotes del Diablo todas las noches.
-¡OH no! Contestaron los tres.
- Este era un pirata aun mas perverso que los otros pues además de asaltar barcos, robar y matar a sus tripulantes, atacaba aldeas en África y llevaba a sus habitantes para venderlos como esclavos. Por eso Neptuno le castigó enviándole al Kraken.
Pero si tu quieres, yo te haré un collar de perlas grises y una diadema de coral, le dijo Héstar con una sonrisa seductora.
Héstar era un Tritón muy apuesto, con grandes ojos rasgados, de color verde y si no abría mucho la boca no se le notaban sus afilados dientes, capaces de arrancarte un brazo de un mordisco. Medía un metro setenta, desde la cabeza a la cola y tenía hombros anchos y brazos fuertes, sus manos ligeramente palmeadas tenían unos dedos terminados en unas uñas cónicas, cuya apariencia causaba mas respeto que deseos de ser acariciado por ellas.
Ayelen no obstante, se quedó azorada por el ofrecimiento, sin saber que contestar.
CONTINUARÁ EN EL SIGUIENTE CAPÍTULO.
sábado, 23 de mayo de 2009
¡LOS SUEÑOS DEL MAR!
Los Sueños del Mar
Hoy Ayelen, linda niña,
te voy a contar un cuento.
Es una historia de amor,
entre las luces de alba
y el trino del ruiseñor.
Pues era se, que se era.
una hermosa primavera,
cuando la luz de tus ojos
ilumina un nuevo día.
En un bosque de corales
bajo las aguas tranquilas,
en los mares de “Ilusión”
vivía una sirenita
que soñaba ser princesa.
Y en una lejana tierra
al otro lado del mar
una princesa dormía
en palacio de cristal.
Y en su sueño acontecía,
que nadaba con delfines
y una concha nacarada,
le servía de dosel
a su camita dorada.
Así sucedió que un día,
de tanto, tanto, soñar,
no pudieron despertar,
y se fundieron sus vidas,
en una historia real.
Y este es el cuento mi niña,
que yo te voy a contar.
La princesita, que tenía 11 abriles, era linda y traviesa, tenía dos hermanos mas pequeños, uno de 8 años se llamaba Leo, y su rubio cabello ensortijado lucía tan fuerte como la melena del rey de la selva. Era un niño hermoso, alto para su edad, esbelto e inteligente y siempre dispuesto a ayudar a sus hermanos y a cuidar de ellos, pues era el “hombre de la casa". Mateo, “Matu” para todos, el mas pequeño, aunque solo tenía 5 añitos, era como un torbellino, despierto, inquieto, listo como ninguno.
La Reina Madre, estaba tan ocupada gobernando su Reino, que no podía dedicarles toda la atención que ella hubiera deseado, pero los quería tanto, que su amor les compensaba las carencias que tenían y los niños vivían felices.
Una noche de primavera, cuando los rayos del sol asomaban tímidamente en el horizonte marino (¡Ah! Olvidé contaros, que vivían en un castillo cerca del mar) un ruiseñor cantaba al nuevo día, los tres niños dormían placidamente y soñaban curiosamente, el mismo sueño, un sueño que se repetía noche, tras noche.
En este sueño un extraño ser, mitad fauno, mitad pez, se acercaba a ellos y les decía suavemente al oído:
Jamalaja! ¡Jamalaji! ¡Jalajuya!
¡Lo que soñáis ocurrirá!
Y entonces ¡Oh maravilla!
¡Oh maravilla de las maravillas! Cuando el "mago-fauno" Pierlín (porque se llamaba Pierlín este mago mitad fauno mitad pez) terminó de decir sus palabras mágicas…
Los niños comenzaron a despertarse por el sonido melodioso de una caracola tocada por un curioso calamar de color verde que llevaba una almeja a modo de sombrero.
El calamar, parecía ser un heraldo que anunciaba la llegada de alguien importante.
Al principio pensaron que seguían dormidos y no le dieron demasiada importancia, pero poco a poco, a medida que la caracola sonaba y que a su alrededor pasaban nadando, toda clase de peces, cangrejos, gambas, besugos, anguilas, empezaron a mirarse entre ellos y de repente Matu le dijo a Leo:
- Mira Leo, Ayelen está flotando sobre la cama tiene el pijama mojado y además echa burbujas por la nariz.
- Anda y tu también, Le contestó Leo. ¿Pues no ves que estamos soñando?
- ¿Soñando? Yo estoy despierto. Dijo Matu.
- Mira, mira lo ves, tengo los ojos abiertos.
- Bueno, lo que pasa es que soñamos, que estamos despiertos bajo el mar, yo ya lo había soñado antes. Le contestó Leo.
- Si, yo tambien. Dijo Matu. Pero mira e, e, esto es agua, (mientras movía la mano, intentando echarle agua a su hermano).
- Pues claro boludo, el mar es de agua, no va a ser de chocolate. Aunque ahora que lo pienso, yo en los otros sueños nunca había hablado contigo.
- Te digo que yo estoy despierto. ¡Mira, mira como echo globitos por la boca!
- Si claro despierto…, si estuvieras despierto te estarías ahogando y además debajo del agua no se puede respirar y menos hablar, así que estamos soñando.
- Bueno hacemos una prueba, yo me tiro un pedo y si no huele es que estamos soñando. Dijo Matu soltando una risotada. Ja, Ja, Ja, Ja.
- Vale. Dijo Leo. Aunque yo no me creo que no huelan tus pedos, ¡ni soñando!
Puruuuuut Plof y de la colita de Matu salieron disparadas un montón de burbujas que fueron a dar a una señora merluza, que en ese momento pasaba por allí.
- ¡Oh! Dijo la señora merluza. Que desvergüenza, que niño tan mal educado, y precisamente hoy que celebramos el cumpleaños de nuestra princesa la hija de Neptuno. ¡Humanos teníais que ser! ¡Que barbaridad!, Que olor tan asqueroso ¡Puaaaag! Vais a contaminar nuestras aguas.
- Pues usted huele a pescado y yo no he dicho nada señora pescada. Le dijo Matu muerto de risa.
- ¡Merluza!, yo soy una merluza de la estirpe mas selecta, nada de “pescada”. ¡Habrase visto!
Y doña merluza se alejo dando dos coletazos.
Leo, empezó a rascarse la cabeza, porque empezaba a verlo todo demasiado real para estar soñando, pero ¿Como iba hablar una merluza si no era un sueño?
En ese momento se despertó Ayelén y dijo:
- Ay vaaa! Si estoy bajo el agua y puedo respirar, o sea que lo que me dijo el mago se va ha cumplir.
- Pero no digas boludeces, ¡estamos soñando! Como vamos a respirar y hablar bajo el agua .
- ¡Que noooo! Ayer en el sueño, el mago me dijo que hoy era el cumpleaños de la princesa Sirelia y que estábamos invitados a su fiesta. Y hoy estamos los tres aquí, en Atlantida, el reino de las sirenas que sirven al Dios Neptuno.
- ¿Es que no lo ves? Mira a tu alrededor, si hasta puedo bailar en el agua.
Y entonces Ayelén se puso bailar, saltando sobre las conchas y los corales
y una banda de sardinas que pasaba por allí dijeron:
- Mirad, mirad, que bien baila, debe ser alguien que viene a actuar en la fiesta.
A Leo no le quedó mas remedio que aceptar la realidad, pero aun no se lo creía del todo. Matu que abría unos ojos como platos viendo todos aquellos peces nadando a su alrededor, empezó también a saltar y a intentar agarrar a las sardinas, que se le escapaban entre los dedos, y se reían de el, diciendo:
- No nos pillaras eres muy lento
Y Matu se enfadaba y trataba de agarrarlas, pero solo consiguió caerse de culo sobre lo que el creía que era una roca, pero que resulto ser un cangrejo de mar enorme, que le dio un pellizco en el culo diciendo:
- Mas respeto, cachorro humano, sino, aunque seas invitado de Sirelia…, le dijo mientras abría y cerraba sus pinzas delante de las narices de sus narices.
- Entonces Leo, salió en defensa de su hermano, diciéndole al cangrejo a la vez que blandía un largo y puntiagudo trozo de coral a modo de lanza:
- ¡Eh tu! No te atrevas a tocar a mi hermano o te las verás conmigo.
- ¡Bastaaa!, Terció pacificador un viejo mero que había presenciado la escena.
- Tu, cangrejo, no seas tan irascible y vosotros niños, comportaos bien si queréis llegar vivos a la fiesta.
- Disculpad a mis hermanos, es que todavía no se creen que puedan estar aquí y se sienten extraños, os pido perdón en su nombre. Les dijo Aye.
- Esta bien, está bien, contestó el cangrejo, pero debéis ir con mas cuidado.
En ese momento vieron como se acercaba una especie de carroza hecha de conchas marinas, tirada por mas de 50 caballitos de mar. De ella descendió el cochero, un hermoso tritón de cabellos verdes, y piel rojiza que haciendo una reverencia, les dijo a los niños:
- He venido por encargo de la Princesa Sirelia para llevaros a su fiesta, subid a la carroza y pronto llegaremos.
- ¿Habrá chupetinas y tortas de crema en la fiesta? Preguntó Matu.
- Y buñuelos rellenos de dulce de leche e higos escarchados y chocolate con churros y miles de pasteles, masitas, jugo de de naranja, todo lo que podáis imaginar. Les dijo el tritón.
- ¡Ah! Pues vamos pronto..Dijo Matu a sus hermanos, relamiéndose los labios de gusto, vamos antes de que se acabe.
Los tres hermanos subieron a la carroza y esta partió sin mas dilaciones. Los niños asomados a las ventanillas de la carroza, contemplaban el paisaje de coral florido de todas las tonalidades que lanzaba mil destellos y entre el que nadan toda clase de criaturas marinas, algunas de las cuales pese a su belleza, como las medusas azules, que brillaban como antorchas, eran letales, pues su piel urticante exudaba una toxina mortal.
Estrellas marinas, peces globo, tiburones, mantas, anguilas eléctricas, todo el fondo marino estaba repleto de criaturas de gran belleza, que los niños miraban asombrados.
CONTINUARÁ:
Hoy Ayelen, linda niña,
te voy a contar un cuento.
Es una historia de amor,
entre las luces de alba
y el trino del ruiseñor.
Pues era se, que se era.
una hermosa primavera,
cuando la luz de tus ojos
ilumina un nuevo día.
En un bosque de corales
bajo las aguas tranquilas,
en los mares de “Ilusión”
vivía una sirenita
que soñaba ser princesa.
Y en una lejana tierra
al otro lado del mar
una princesa dormía
en palacio de cristal.
Y en su sueño acontecía,
que nadaba con delfines
y una concha nacarada,
le servía de dosel
a su camita dorada.
Así sucedió que un día,
de tanto, tanto, soñar,
no pudieron despertar,
y se fundieron sus vidas,
en una historia real.
Y este es el cuento mi niña,
que yo te voy a contar.
La princesita, que tenía 11 abriles, era linda y traviesa, tenía dos hermanos mas pequeños, uno de 8 años se llamaba Leo, y su rubio cabello ensortijado lucía tan fuerte como la melena del rey de la selva. Era un niño hermoso, alto para su edad, esbelto e inteligente y siempre dispuesto a ayudar a sus hermanos y a cuidar de ellos, pues era el “hombre de la casa". Mateo, “Matu” para todos, el mas pequeño, aunque solo tenía 5 añitos, era como un torbellino, despierto, inquieto, listo como ninguno.
La Reina Madre, estaba tan ocupada gobernando su Reino, que no podía dedicarles toda la atención que ella hubiera deseado, pero los quería tanto, que su amor les compensaba las carencias que tenían y los niños vivían felices.
Una noche de primavera, cuando los rayos del sol asomaban tímidamente en el horizonte marino (¡Ah! Olvidé contaros, que vivían en un castillo cerca del mar) un ruiseñor cantaba al nuevo día, los tres niños dormían placidamente y soñaban curiosamente, el mismo sueño, un sueño que se repetía noche, tras noche.
En este sueño un extraño ser, mitad fauno, mitad pez, se acercaba a ellos y les decía suavemente al oído:
Jamalaja! ¡Jamalaji! ¡Jalajuya!
¡Lo que soñáis ocurrirá!
Y entonces ¡Oh maravilla!
¡Oh maravilla de las maravillas! Cuando el "mago-fauno" Pierlín (porque se llamaba Pierlín este mago mitad fauno mitad pez) terminó de decir sus palabras mágicas…
Los niños comenzaron a despertarse por el sonido melodioso de una caracola tocada por un curioso calamar de color verde que llevaba una almeja a modo de sombrero.
El calamar, parecía ser un heraldo que anunciaba la llegada de alguien importante.
Al principio pensaron que seguían dormidos y no le dieron demasiada importancia, pero poco a poco, a medida que la caracola sonaba y que a su alrededor pasaban nadando, toda clase de peces, cangrejos, gambas, besugos, anguilas, empezaron a mirarse entre ellos y de repente Matu le dijo a Leo:
- Mira Leo, Ayelen está flotando sobre la cama tiene el pijama mojado y además echa burbujas por la nariz.
- Anda y tu también, Le contestó Leo. ¿Pues no ves que estamos soñando?
- ¿Soñando? Yo estoy despierto. Dijo Matu.
- Mira, mira lo ves, tengo los ojos abiertos.
- Bueno, lo que pasa es que soñamos, que estamos despiertos bajo el mar, yo ya lo había soñado antes. Le contestó Leo.
- Si, yo tambien. Dijo Matu. Pero mira e, e, esto es agua, (mientras movía la mano, intentando echarle agua a su hermano).
- Pues claro boludo, el mar es de agua, no va a ser de chocolate. Aunque ahora que lo pienso, yo en los otros sueños nunca había hablado contigo.
- Te digo que yo estoy despierto. ¡Mira, mira como echo globitos por la boca!
- Si claro despierto…, si estuvieras despierto te estarías ahogando y además debajo del agua no se puede respirar y menos hablar, así que estamos soñando.
- Bueno hacemos una prueba, yo me tiro un pedo y si no huele es que estamos soñando. Dijo Matu soltando una risotada. Ja, Ja, Ja, Ja.
- Vale. Dijo Leo. Aunque yo no me creo que no huelan tus pedos, ¡ni soñando!
Puruuuuut Plof y de la colita de Matu salieron disparadas un montón de burbujas que fueron a dar a una señora merluza, que en ese momento pasaba por allí.
- ¡Oh! Dijo la señora merluza. Que desvergüenza, que niño tan mal educado, y precisamente hoy que celebramos el cumpleaños de nuestra princesa la hija de Neptuno. ¡Humanos teníais que ser! ¡Que barbaridad!, Que olor tan asqueroso ¡Puaaaag! Vais a contaminar nuestras aguas.
- Pues usted huele a pescado y yo no he dicho nada señora pescada. Le dijo Matu muerto de risa.
- ¡Merluza!, yo soy una merluza de la estirpe mas selecta, nada de “pescada”. ¡Habrase visto!
Y doña merluza se alejo dando dos coletazos.
Leo, empezó a rascarse la cabeza, porque empezaba a verlo todo demasiado real para estar soñando, pero ¿Como iba hablar una merluza si no era un sueño?
En ese momento se despertó Ayelén y dijo:
- Ay vaaa! Si estoy bajo el agua y puedo respirar, o sea que lo que me dijo el mago se va ha cumplir.
- Pero no digas boludeces, ¡estamos soñando! Como vamos a respirar y hablar bajo el agua .
- ¡Que noooo! Ayer en el sueño, el mago me dijo que hoy era el cumpleaños de la princesa Sirelia y que estábamos invitados a su fiesta. Y hoy estamos los tres aquí, en Atlantida, el reino de las sirenas que sirven al Dios Neptuno.
- ¿Es que no lo ves? Mira a tu alrededor, si hasta puedo bailar en el agua.
Y entonces Ayelén se puso bailar, saltando sobre las conchas y los corales
y una banda de sardinas que pasaba por allí dijeron:
- Mirad, mirad, que bien baila, debe ser alguien que viene a actuar en la fiesta.
A Leo no le quedó mas remedio que aceptar la realidad, pero aun no se lo creía del todo. Matu que abría unos ojos como platos viendo todos aquellos peces nadando a su alrededor, empezó también a saltar y a intentar agarrar a las sardinas, que se le escapaban entre los dedos, y se reían de el, diciendo:
- No nos pillaras eres muy lento
Y Matu se enfadaba y trataba de agarrarlas, pero solo consiguió caerse de culo sobre lo que el creía que era una roca, pero que resulto ser un cangrejo de mar enorme, que le dio un pellizco en el culo diciendo:
- Mas respeto, cachorro humano, sino, aunque seas invitado de Sirelia…, le dijo mientras abría y cerraba sus pinzas delante de las narices de sus narices.
- Entonces Leo, salió en defensa de su hermano, diciéndole al cangrejo a la vez que blandía un largo y puntiagudo trozo de coral a modo de lanza:
- ¡Eh tu! No te atrevas a tocar a mi hermano o te las verás conmigo.
- ¡Bastaaa!, Terció pacificador un viejo mero que había presenciado la escena.
- Tu, cangrejo, no seas tan irascible y vosotros niños, comportaos bien si queréis llegar vivos a la fiesta.
- Disculpad a mis hermanos, es que todavía no se creen que puedan estar aquí y se sienten extraños, os pido perdón en su nombre. Les dijo Aye.
- Esta bien, está bien, contestó el cangrejo, pero debéis ir con mas cuidado.
En ese momento vieron como se acercaba una especie de carroza hecha de conchas marinas, tirada por mas de 50 caballitos de mar. De ella descendió el cochero, un hermoso tritón de cabellos verdes, y piel rojiza que haciendo una reverencia, les dijo a los niños:
- He venido por encargo de la Princesa Sirelia para llevaros a su fiesta, subid a la carroza y pronto llegaremos.
- ¿Habrá chupetinas y tortas de crema en la fiesta? Preguntó Matu.
- Y buñuelos rellenos de dulce de leche e higos escarchados y chocolate con churros y miles de pasteles, masitas, jugo de de naranja, todo lo que podáis imaginar. Les dijo el tritón.
- ¡Ah! Pues vamos pronto..Dijo Matu a sus hermanos, relamiéndose los labios de gusto, vamos antes de que se acabe.
Los tres hermanos subieron a la carroza y esta partió sin mas dilaciones. Los niños asomados a las ventanillas de la carroza, contemplaban el paisaje de coral florido de todas las tonalidades que lanzaba mil destellos y entre el que nadan toda clase de criaturas marinas, algunas de las cuales pese a su belleza, como las medusas azules, que brillaban como antorchas, eran letales, pues su piel urticante exudaba una toxina mortal.
Estrellas marinas, peces globo, tiburones, mantas, anguilas eléctricas, todo el fondo marino estaba repleto de criaturas de gran belleza, que los niños miraban asombrados.
CONTINUARÁ:
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